La Fuente Interior


Ana era una niña curiosa y aventurera que siempre estaba buscando nuevas experiencias. Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, escuchó hablar sobre la fuente del amor infinito.

- ¿Qué es eso de la fuente del amor infinito? -preguntó Ana intrigada. - Es un lugar mágico donde se encuentra el amor más grande e infinito del mundo -respondió su amiga Sofía.

Ana no podía dejar de pensar en esa fuente y decidió emprender una búsqueda para encontrarla. Así que al día siguiente se levantó temprano, preparó su mochila con agua, comida y algunas herramientas para la búsqueda y partió hacia el bosque cercano a su casa.

Después de caminar durante horas, Ana comenzó a sentirse cansada y desanimada. Pero justo cuando estaba por darse por vencida, oyó un sonido extraño que parecía venir desde lo profundo del bosque. Siguiendo el sonido, encontró una cueva oculta detrás de los árboles.

- ¡Esta debe ser la entrada secreta a la fuente del amor infinito! -pensó emocionada. Al entrar en la cueva oscura, Ana encendió su linterna y comenzó a explorar las profundidades subterráneas.

De repente sintió un frío intenso que le recorrió todo el cuerpo. Se dio cuenta de que había perdido su camino y estaba atrapada en una parte desconocida de la cueva sin saber cómo salir. - ¿Qué hago ahora? -se preguntaba angustiada-.

No puedo rendirme ahora después de tanto esfuerzo. Tengo que seguir adelante hasta encontrar la fuente del amor infinito. Mientras buscaba una salida, Ana encontró una serie de acertijos y desafíos que debía superar para avanzar.

Con ingenio y valentía, logró sortear cada obstáculo hasta llegar finalmente a un gran salón iluminado por cientos de velas. Allí se encontraba el guardián de la fuente del amor infinito, un ser mágico con alas transparentes que parecían hechas de cristal.

El guardián le dijo a Ana:- Has demostrado tu coraje y perseverancia al llegar hasta aquí. Solo aquellos que tienen un corazón noble pueden encontrar la fuente del amor infinito.

Ana se sintió emocionada al escuchar estas palabras y pidió permiso para beber del agua sagrada de la fuente. Al acercarse al borde de la piscina, vio reflejada su imagen en el agua clara como el cristal.

Allí descubrió que ella misma era la fuente del amor infinito que había estado buscando todo este tiempo. - ¡Lo entiendo ahora! -exclamó-. El verdadero amor no está en ningún lugar oculto, sino dentro de nosotros mismos.

Llena de alegría y gratitud por esta experiencia transformadora, Ana regresó a casa con una nueva perspectiva sobre el significado del amor verdadero e infinito. A partir de ese día, decidió compartir su conocimiento con todos sus amigos y familiares para ayudarles a descubrir también su propia fuente interna del amor infinito.

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