La fuente misteriosa



Había una vez un adolescente llamado Tomás, quien siempre había sido muy curioso y observador. Desde pequeño, le encantaba analizar todo lo que veía a su alrededor y buscar respuestas a sus preguntas.

Un día, mientras caminaba por el parque de su vecindario, notó algo extraño en la fuente. Se acercó lentamente y vio que el agua estaba turbia y llena de basura.

Esto le pareció muy preocupante, ya que sabía que muchas personas disfrutaban de ese espacio para relajarse y jugar. Tomás se propuso investigar qué estaba pasando. Decidió empezar por reagarrar algunas muestras del agua contaminada para llevarlas a su laboratorio casero.

Allí utilizó un microscopio para examinar las partículas suspendidas en el líquido. Descubrió que había restos de plástico, papel y otros desechos. Tomás también decidió entrevistar a los visitantes del parque para obtener más información sobre lo ocurrido con la fuente.

Habló con niños, adultos mayores e incluso con algunos patos que nadaban cerca. Todos coincidían en que la fuente solía estar limpia hasta hace unos días. Con toda esta información recopilada, Tomás llegó a una conclusión: alguien estaba arrojando basura intencionalmente en la fuente para arruinarla.

Pero ¿quién podría ser? El siguiente paso fue ponerse en modo detective e identificar posibles sospechosos.

Observando detenidamente cada detalle del parque durante varios días, notó algo inusual: un hombre misterioso siempre aparecía cerca de la fuente cuando nadie lo veía. Tomás decidió seguir al sospechoso discretamente. Lo observó mientras abría una bolsa de plástico y arrojaba los desechos en la fuente.

¡Lo había descubierto! Tomás se acercó al hombre y le preguntó por qué estaba contaminando la fuente del parque. El hombre, sorprendido, admitió que lo hacía porque no le gustaba ver a las personas felices disfrutando del lugar.

Tomás explicó al hombre lo importante que era mantener el parque limpio y cómo sus acciones afectaban a todos los demás. Le mostró las muestras de agua contaminada y le dijo que si seguía arruinando la fuente, podría causar daño a la vida silvestre y a las personas del vecindario.

El hombre quedó impactado por el razonamiento lógico de Tomás y se disculpó sinceramente por su comportamiento egoísta. Desde ese día, se unió a Tomás para limpiar el parque y asegurarse de que todos pudieran disfrutarlo sin problemas.

La historia de Tomás enseñó a todos en el vecindario sobre la importancia de cuidar nuestro entorno y trabajar juntos para mantenerlo limpio.

A partir de ese momento, nunca más hubo basura en la fuente del parque, gracias al pensamiento crítico, la observación e inferencia aplicados por un adolescente curioso llamado Tomás.

FIN.

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