La Fuerza de Belén


Belén era una joven muy alegre y divertida. Le gustaba jugar con sus amigos y pasar tiempo en el parque.

Pero había algo que la hacía sentir muy incómoda: no sabía cómo decirles a sus amigos y familiares que le gustaban las mujeres. Cada vez que pensaba en contarlo, su estómago se retorcía y sentía ganas de vomitar. A veces incluso tenía fuertes descomposturas por los nervios.

Un día, Belén estaba jugando con su pelota en el parque cuando vio a una pareja de chicas dándose un beso. Se quedó mirándolas fijamente, sintiendo una extraña sensación en su pecho. - ¿Qué te pasa, Belén? -preguntó uno de sus amigos al verla tan distraída. - Nada...

solo estaba pensando -respondió ella evasivamente. Pero lo cierto es que Belén se había dado cuenta de algo importante: no estaba sola en esto. Había otras personas como ella que también sentían atracción por personas del mismo sexo.

A partir de ese día, empezó a investigar más sobre el tema y descubrió que había muchas personas LGBT+ (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transgénero) en todo el mundo.

También aprendió sobre la importancia de aceptarse a sí misma y ser fiel a sus sentimientos. Sin embargo, seguía teniendo miedo de contárselo a su familia y amigos. Hasta que un día ocurrió algo inesperado...

Mientras caminaba por la calle con su mejor amiga Ana, vieron a un chico molestando a un niño pequeño por ser —"diferente" . Belén no pudo evitar intervenir y le dijo al chico que estaba mal tratar así a alguien solo por ser diferente.

- ¿Y tú quién te crees que sos para decirme qué está bien y qué está mal? -respondió el chico con agresividad. - Soy Belén, una persona que cree en la igualdad y el respeto hacia todas las personas.

Y si vos no compartís esos valores, eso es problema tuyo -dijo ella con seguridad. Ana se quedó mirando a Belén con admiración. Nunca antes la había visto tan valiente y decidida. A partir de ese día, Belén empezó a sentirse más segura de sí misma.

Sabía que no era fácil enfrentarse a los prejuicios y estereotipos de la sociedad, pero también sabía que tenía el derecho de amar libremente sin importar lo que dijeran los demás. Finalmente llegó el momento en que decidió contárselo todo a su familia y amigos.

Fue difícil al principio, pero poco a poco fue recibiendo apoyo y comprensión por parte de aquellos que realmente la querían. Belén aprendió una gran lección: nunca debemos tener miedo de ser quienes somos realmente.

La diversidad es lo que enriquece nuestra vida y nos hace únicos e irrepetibles. Y siempre habrá personas dispuestas a apoyarnos en nuestro camino hacia la felicidad.

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