La fuerza de la amistad


Érase una vez, en un tranquilo y colorido bosque, vivía un monstruito llamado Feúcho. Todos los demás monstruitos se burlaban de él porque tenía una nariz muy larga y torcida, dientes chuecos y ojos saltones.

Feúcho siempre se sentía triste y solo por ser diferente. Un día, mientras caminaba por el bosque con la cabeza gacha, escuchó risas provenientes de detrás de un árbol.

Se acercó sigilosamente y vio a tres pequeños monstruos llamados Travi, Luli y Maxi burlándose de él. Feúcho decidió enfrentarlos: "¡Hey! ¿Por qué se ríen de mí? ¡No está bien hacer bullying!"Los tres monstruitos se quedaron sorprendidos al ver que Feúcho les hablaba con valentía.

Travi dijo: "-Lo siento mucho Feúcho, no queríamos lastimarte". Luli agregó: "-Tienes razón Feúcho, no está bien burlarse de alguien solo por su apariencia". Maxi asintió: "-Nos equivocamos contigo. Te pedimos disculpas".

Feúcho aceptó sus disculpas pero les preguntó curioso: "-¿Por qué me hacían bullying si ahora dicen que están arrepentidos?"Travi explicó sinceramente: "-Nosotros también somos diferentes en nuestras propias formas. Pero en lugar de aceptarlo como tú lo haces, nos sentimos inseguros e intentamos ser graciosos a costa tuya".

Luli continuó diciendo: "-Pero ahora entendemos que eso no es correcto. Nos dimos cuenta de que eres una buena persona y que no importa cómo te veas por fuera". Maxi concluyó: "-Nos gustaría ser amigos tuyos, Feúcho.

¿Qué dices?"Feúcho sonrió emocionado y aceptó la amistad de los tres monstruitos. Juntos, empezaron a pasar tiempo explorando el bosque, jugando y riendo sin preocuparse por las diferencias físicas.

Un día, mientras caminaban cerca del río, escucharon un suave llanto proveniente de unos arbustos. Se acercaron cautelosos y encontraron a un pequeño conejito atrapado enredado en unas ramas. Feúcho rápidamente utilizó su larga nariz para desenredar al conejito y lo liberó.

El conejito saltó de alegría y les dio las gracias con una mirada tierna. Los cuatro monstruitos se sintieron muy felices por haber ayudado al conejito.

A partir de ese momento, decidieron formar un equipo llamado "Los Amigos Diferentes" para ayudar a todos los seres del bosque que necesitaran ayuda. Con el tiempo, otros monstruos se dieron cuenta de la bondad de Feúcho y sus amigos. Dejar de lado las diferencias físicas se convirtió en algo normal para todos en el bosque.

La amistad entre ellos creció cada día más fuerte. Y así fue como Feúcho pasó de ser un monstruito triste y solitario a tener amigos verdaderos que lo valoraban por lo que era en su interior.

Todos aprendieron la lección de aceptarse mutuamente sin importar cómo lucieran por fuera. La historia de Feúcho nos enseña que las apariencias no importan y que ser diferente es algo especial. Todos tenemos cualidades únicas que nos hacen especiales y dignos de amor y amistad.

Y recuerda, nunca hagas bullying a alguien por su aspecto físico, porque todos merecemos respeto y aceptación.

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