La Fuerza de la Amistad



Era un día soleado en la ciudad de Buenos Aires. En un pequeño barrio, dos amigos inseparables, Lucas y Sofía, pasaban la tarde en el parque. Lucas era un niño muy imaginativo, y siempre soñaba con aventuras increíbles.

"¡Sofía! ¿Te imaginás que tuviéramos un poder mágico que nos ayude a hacer todo lo que queremos?" - decía Lucas emocionado.

"Sí, pero ¿qué clase de poder?" - respondió Sofía, curiosa.

"¡La Fuerza! Como en las historias de los Jedi. Con ella podríamos mover cosas con la mente y ayudar a las personas" - explicó Lucas.

Ambos se pusieron a pensar en cómo sería tener ese tipo de poder. Mientras hablaban, se encontraron con un abuelito en el parque. El abuelo, con una expresión melancólica, intentaba levantar su sombrero que el viento le había llevado.

"¿Te gustaría que te ayudemos, abuelo?" - ofreció Sofía, acercándose.

"¡Ay, gracias, chicos! Este viento es travieso" - dijo el abuelo riendo, tomando el sombrero de sus manos.

La situación les dio una idea. Sofía y Lucas decidieron usar su imaginación y fingir que tenían La Fuerza. Se pusieron a practicar su mejor mirada concentrada, como los héroes en las películas. Pero al intentar mover el sombrero con sus pensamientos, nada sucedió.

"Tal vez necesitamos más entrenamiento" - dijo Lucas, frunciendo el ceño.

"O quizás no sea así como se hace" - sugirió Sofía. "Quizás La Fuerza no se trata de mover cosas, sino de ayudar de otras maneras."

Justo en ese momento, escucharon a una niña llorando. Se acercaron rápidamente y vieron a una pequeña llamada Valentina, que había perdido su muñeca.

"¿Qué te pasó?" - le preguntó Sofía.

"Perdí a mi muñeca Lila, no la encuentro y no sé qué hacer" - lloró Valentina.

"No te preocupes, vamos a buscarla juntas!" - dijo Lucas, sintiéndose valiente. Sofía le hizo un guiño. Con su mejor actitud, comenzaron la búsqueda.

Mientras buscaban, pensaron en cómo podían ayudar a Valentina con su imaginación. Lucas usaba su poder mental para buscar la muñeca, mientras Sofía preguntaba a los otros niños si la habían visto.

Al principio no tuvieron suerte, pero de repente, oyó una risa proveniente de un árbol. Sofía y Lucas se miraron y se lanzaron a investigar.

Llegaron al árbol y encontraron a un par de nenes jugando. Uno de ellos estaba jugando con Lila, la muñeca perdida.

"¡Epa! ¿Esa es la muñeca de Valentina?" - preguntó Lucas, señalando con el dedo.

"Sí, la encontramos tirada. Pero estamos jugando con ella" - respondió uno de los niños, un poco avergonzado.

Sofía dijo:

"¡Chicos! Valentina la extraña mucho. ¿No podrían jugar con ella después, por favor?"

Los niños se miraron y asintieron, entendiendo la importancia de la situación. La generosidad floreció entre ellos.

"Bueno, adelante. Aquí, toma!" - le entregaron la muñeca a Sofía.

"¡Gracias! ¡Tienes un gran corazón!" - respondió Sofía aliviada.

Al regresar con la muñeca, Valentina sonrió por primera vez.

"¡Gracias! ¡No sé qué haría sin ustedes!" - dijo feliz.

"No fue La Fuerza, fue nuestra amistad y el trabajo en equipo lo que hizo esto posible" - respondió Lucas.

"Sí, y en realidad, podemos tener una Fuerza especial en nosotros mismos, solo tenemos que usarla correctamente" - agregó Sofía. En ese momento, se dieron cuenta de que el verdadero poder no siempre viene de lo mágico, sino de la voluntad de ayudar y trabajar juntos.

Desde ese día, Lucas y Sofía decidieron que todos los fines de semana ayudarían en el parque. Juntos, comenzaron a juntar basura, a cuidar a los animales y a hablar con las personas para que se sientan bien. Lo que empezaba como un juego imaginario se convirtió en una hermosa tradición.

Valentina, cada vez que veía a sus amigos, los saludaba con una gran sonrisa, y de tanto en tanto, la libertadora magia de La Fuerza se dejaba ver en sus ojos.

"¡Hoy, un poco de magia, chicos!" - decía Valentina cada vez que ayudaban a alguien.

Y así, en ese pequeño barrio de Buenos Aires, Lucas, Sofía y Valentina aprendieron que La Fuerza tiene muchas formas, pero la mejor es la de la amistad y la bondad. Y cada día era una nueva oportunidad para crear magia en la vida cotidiana, ayudando a los demás.

FIN.

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