La fuerza de la amistad única
Santiago era un niño muy especial. A pesar de tener que lidiar con su enfermedad, siempre mostraba una sonrisa en su rostro. Sin embargo, la escuela no era un lugar feliz para él.
Sus compañeros lo molestaban y se burlaban de él por ser diferente. Un día, mientras Santiago caminaba triste por el patio de la escuela, sintió una mano en su hombro. Era Martín, un niño de su clase que nunca antes le había hablado.
"Hola Santiago, ¿cómo estás?", preguntó Martín con amabilidad. Santiago se sorprendió al principio, pero luego respondió tímidamente: "Hola Martín, estoy bien". Martín notó la tristeza en los ojos de Santiago y decidió hacer algo al respecto.
Se acercó a sus amigos y les pidió que dejaran de molestar a Santiago. Les explicó que todos éramos diferentes y eso nos hacía especiales. Los días pasaron y Martín se convirtió en el mejor amigo de Santiago.
Juntos jugaban en el recreo y compartían sus meriendas. La actitud de Martín inspiró a otros compañeros a acercarse a Santiago y pronto se formó un grupo de amigos que lo apoyaban incondicionalmente.
María, la mamá de Santiago, notó el cambio en su hijo y le preguntó qué había pasado para que ahora disfrutara tanto ir a la escuela. Santiago le contó sobre su nuevo amigo Martín y cómo gracias a él ya no se sentía solo ni diferente.
María estaba emocionada al ver la transformación en su hijo e invitó a Martín y a sus padres a cenar a su humilde hogar. Fue una noche llena de risas y alegría donde las familias se conocieron mejor.
Desde ese día, la vida de Santiago cambió por completo. Ya no tenía miedo de ir a la escuela porque sabía que siempre tendría el apoyo incondicional de sus amigos verdaderos.
La historia de Santiago nos enseña que la verdadera amistad va más allá de las diferencias externas como el dinero o la apariencia física. Lo importante es encontrar personas que nos acepten tal como somos y nos hagan sentir especiales.
Y así, entre risas y juegos, Santiago descubrió que no importa cuánto tengamos en nuestra vida materialmente sino cuánto amor podemos dar y recibir.
FIN.