La fuerza de ser uno mismo
Había una vez en lo profundo del océano, un pequeño camarón llamado Carlitos. Carlitos estaba cansado de ser siempre el más pequeño y débil de todos los habitantes marinos.
Todos los días veía pasar a los imponentes tiburones, con sus grandes dientes y su poderosa presencia, y soñaba con ser como ellos.
Un día, Carlitos decidió que ya no quería ser un camarón, ¡él quería convertirse en un tiburón! Se acercó al sabio pez anciano Don Nemo y le pidió ayuda para transformarse en un temible tiburón. "Don Nemo, por favor ayúdame a convertirme en un tiburón. Quiero ser fuerte y valiente como ellos", suplicó Carlitos.
Don Nemo lo miró con ternura y le dijo: "Carlitos, cada uno de nosotros tiene su lugar en el océano. Tú eres un camarón y eso es algo hermoso. No necesitas cambiar quien eres para sentirte especial".
Pero Carlitos estaba decidido y no escuchó las palabras de Don Nemo. Buscó por todo el océano alguna manera de transformarse en un tiburón. Finalmente, encontró a una medusa mágica que prometió hacer realidad su deseo a cambio de algo muy valioso: su caparazón.
Sin dudarlo, Carlitos aceptó la oferta y la medusa comenzó el hechizo. En cuestión de segundos, el cuerpo diminuto de Carlitos se transformó en uno grande e imponente...
¡se había convertido en un tiburón! Al principio, Carlitos se sintió emocionado al ver su nueva apariencia reflejada en el agua cristalina del océano. Nadaba velozmente junto a los demás tiburones, mostrando sus afilados dientes con orgullo. Pero pronto comenzó a darse cuenta de que algo no estaba bien.
Los otros tiburones lo miraban extraño y se alejaban cuando intentaba acercarse a jugar con ellos. Se sentía solo y diferente, como si no perteneciera realmente a ese mundo tan distinto al suyo.
Una noche oscura mientras nadaba solitario bajo la luz de la luna, recordó las palabras sabias de Don Nemo: "Tú eres un camarón y eso es algo hermoso". De repente, comprendió que no necesitaba ser alguien más para sentirse especial o valioso.
Decidió regresar donde la medusa mágica para pedirle revertir el hechizo. La medusa accedió pero le advirtió que perdería sus colmillos afilados así como parte de su agilidad adquirida durante la transformación.
Carlitos acepto felizmente volver a ser él mismo sin importar las consecuencias pues entendió que era mejor estar orgulloso siendo quien era realmente antes que tratar desesperadamente por gustarle a los demás fingiendo ser otro.
Desde entonces dejaron atrás sus deseos infantiles por parecerse físicamente diferentes o tener habilidades sobresalientes entre otras especies marinas ya que aprendieron juntos junto con los animales amigos qué significaba verdaderamente amistad. Y vivieron felices desde entonces disfrutando cada momento tal cual son.
Y así fue como Carlitos volvió a ser un pequeño camarón feliz dentro del gran océano azul; aprendiendo cada día más sobre la importancia de aceptarse a sí mismo tal como es.
FIN.