La Fuerza de Valentina



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Colibrí, una niña llamada Valentina. Valentina era una niña muy creativa y le encantaba dibujar. Tenía una caja llena de crayones y papeles de colores donde expresaba todos sus sueños y aventuras. Sin embargo, en la escuela, la vida no era tan fácil para ella.

Un día, mientras Valentina estaba sentada en su banco disfrutando de su almuerzo, un grupo de niños se acercó.

"¡Mirá a la rarita dibujando de nuevo!" - se burló Tomás, el líder del grupo.

"Sí, seguro que dibuja dragones y unicornios porque no tiene amigos" - se rió Sofía, otra de las chicas.

Valentina sintió un nudo en la garganta. Miró su dibujo de un hermoso dragón verde y decidió guardarlo en su mochila. No quería que ninguna burla le arruinara su día.

A medida que pasaron las semanas, las burlas no cesaron, y Valentina comenzó a sentirse triste. Un día decidió hablar con su mejor amiga, Camila, sobre lo que le pasaba.

"Camila, creo que no quiero volver a la escuela. Me siento sola y las burlas me duelen" - confesó Valentina.

"Pero Valen, tenemos que hacer algo. No podemos dejar que ellos te hagan sentir así. ¿Qué te parece si buscamos una forma de demostrarles que estar diferente no es algo malo?" - sugirió Camila.

Decididas a cambiar la situación, las amigas comenzaron a planear un gran concurso de arte en su escuela. Lo llamaron "Colibrí Creativo", donde todos podrían participar y mostrar sus talentos.

"Es una gran idea, pero ¿y si Tomás y sus amigos se burlan de nuestro concurso?" - preguntó Valentina, preocupada.

"Lo que importa es que nosotros nos divirtamos y demostramos que el arte une a las personas. ¿Te animás?" - animó Camila.

Valentina tomó aliento, y juntas comenzaron a trabajar en la organización del concurso. Con la ayuda de algunos profesores, lograron que el evento se llevara a cabo.

El día del concurso llegó, y decoraron la escuela con los dibujos de todos los participantes. Valentina, con su nerviosismo a cuestas, se preparaba para presentar su obra.

"Espero que a la gente le guste mi dragón" - dijo Valentina con timidez.

"Claro que sí, Valen. Tus dibujos son maravillosos. Además, este concurso es para mostrar lo que tenemos dentro, no para que se burlen" - la alentó su amiga.

Cuando el concurso comenzó, todos los alumnos presentaron sus obras. Tomás y su grupo se dieron cuenta de que no estaban solos y que había muchos con diferentes talentos. Al ver el entusiasmo de los demás, decidieron participar también. Sin embargo, simplemente se limitaron a hacer comentarios negativos.

Al llegar el turno de Valentina, se preparó y, con el corazón latiendo fuerte, dijo:

"Hola a todos, hoy quiero compartir con ustedes mi dibujo más especial: un dragón que representa la valentía y la amistad."

Valentina mostró su ilustración y explicó lo que significaba para ella. La sala se llenó de aplausos, e incluso algunos chicos comenzaron a aplaudir a Tomás cuando presentó su propia obra.

Al final del concurso, las maestras decidieron premiar a todos los participantes con medallas por su valentía y creatividad. Valentina, con su medalla brillante en el pecho, sintió que todo su esfuerzo había valido la pena.

"No más burlas. El arte nos ha unido a todos. Aprendí que ser diferente es algo que se debe celebrar" - dijo Valentina.

"Sí, lo importante es respetarnos y celebrar nuestras diferencias" - dijo Camila, sonriendo.

Desde aquel día, las burlas disminuyeron significativamente y los niños de la escuela se unieron en un círculo de amistad, donde cada uno podía expresarse libremente. Valentina se dio cuenta de que, a veces, hay que arriesgarse para cambiar el rumbo de las cosas y que el coraje y la amistad pueden transformar la realidad.

FIN.

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