La Gallina Valiente y el Loro Amigo
Érase una vez, en un hermoso gallinero situado en el campo, una gallina llamada Clara. Clara era muy amigable, pero había algo que la hacía sentir triste: no podía poner huevos. Todos los días, sus amigas, las otras gallinas, ponían hermosos huevos, mientras que Clara solo miraba con anhelo.
Un día, Clara decidió que no podía rendirse. "Voy a encontrar la manera de tener mis propios huevos", se dijo a sí misma.
Así que salió en busca de ayuda. Fue a la granja y se encontró con Don Manuel, el granjero. "Don Manuel, por favor, ayúdame a poner huevos", le pidió Clara.
Don Manuel sonrió y le explicó: "Clara, lo que necesitas es un poco de paciencia y amor. Las gallinas necesitan sentirse felices para poner huevos. Así que intenta vivir cada día con alegría."
Determida, Clara decidió ser positiva. Desde ese día, empezó a cantar, a bailar y a jugar con sus amigas. Y lo más increíble sucedió: una mañana, al despertar, se dio cuenta de que había puesto su primer huevo. Saltó de alegría. "¡Lo logré, lo logré!" -gritó.
Nadie estaba más feliz que ella. Con el tiempo, Clara puso más huevos y, un día, comenzaron a romperse. Unos tiernos pollitos llegaron al mundo. "¡Hola, pequeños!" -los saludó ella llena de emoción.
Los pollitos eran curiosos y traviesos. Descubrieron rápidamente el gallinero y un buen día, decidieron explorar más allá de los límites que Clara les había marcado. Pero, oh sorpresa, se perdieron.
Clara entró en pánico. "¡Pollitos! ¡Pollitos! ¿Dónde están?" -los llamaba desesperada.
Fue entonces que un loro colorido llamado Lucho, que pasaba volando por allí, escuchó el alboroto y se acercó. "¿Qué te pasa, amiga?" -preguntó Lucho.
"Mis pollitos se han perdido y no sé dónde buscarlos!" -respondió Clara, con lágrimas en los ojos.
"No te preocupes, yo puedo ayudarte. Vamos a buscarlos juntos" -dijo Lucho con confianza.
El loro voló alto, mientras Clara corrió por los caminos del campo. A cada lugar que llegaba, Lucho anunciaba por el aire su búsqueda. "¡Pollitos, pollitos! ¡Vengan a casa!"
Finalmente, los pollitos, que estaban jugando cerca de un arroyo, escucharon la voz de Lucho. "¡Escuchen! ¡Ahí está Lucho!" -gritaron emocionados.
Los pollitos siguieron la voz de su amigo y pronto encontraron el camino de regreso a casa. Clara, al verlos regresar, sintió un alivio enorme. "¡Mis pequeños! ¡Qué bueno que están aquí!" -los abrazó cálidamente.
Lucho se unió a la fiesta, y Clara, en agradecimiento, les organizó una gran fiesta a todos los animales del gallinero. Les enseñó a bailar y a jugar. "Hoy vamos a celebrar que estamos juntos y que podemos contar unos con otros", dijo Clara.
Desde ese día, Clara no solo se volvió más feliz, sino que también aprendió lo importante que es tener amigos y apoyarse mutuamente. Y el gallinero se llenó de alegría y risas, gracias a la amistad entre Clara, Lucho y los pequeños pollitos que siempre tendrían un hogar al que regresar.
FIN.