La Gallinita Valiente y el Tiburón Soñador
Había una vez, en un pequeño pueblo de las afueras de la gran ciudad, una gallinita llamada Clotilde. Clotilde era muy apasionada del fútbol y soñaba con ver a su equipo favorito, los Gallos Ruidosos, jugando en la cancha. Pero había un problema: ella nunca había ido a un partido y no sabía cómo hacer para conseguir una entrada.
Un día, mientras escuchaba su programa de radio favorito, anunciaron un sorteo para ganar entradas de la próxima gran final. Clotilde, entusiasmada, decidió participar y, para su sorpresa, su número fue el que salió ganador. ¡Estaba tan feliz que dio piruetas en el gallinero!"¡Por fin podré ver a los Gallos Ruidosos en acción!" - gritó Clotilde, con un brillo especial en sus ojos.
El día del partido, Clotilde fue al estudio de radio para retirar su entrada. Mientras caminaba por el parque, sintió que su corazón palpitaba de emoción. Pero, al llegar a la radio, se encontró con un tiburón enorme que la miraba con curiosidad.
"¡Ay, qué susto!" - chilló Clotilde, retrocediendo un paso.
El tiburón, que se llamaba Tiburcio, al ver su reacción, sonrió y dijo:
"No te preocupes, no quiero comerte. Me llamo Tiburcio y solo estoy aquí por el sorteo. Me encanta el fútbol también."
Clotilde, aunque seguía un poco asustada, empezó a escuchar la historia de Tiburcio. Él le contó que había siempre tenido el deseo de ir a un partido, pero que por ser un tiburón, le daba miedo ser rechazado.
"Yo tengo miedo de que me griten, de que piensen que soy un bicho raro" - se lamentó Tiburcio.
Clotilde, que tenía fama de ser valiente, se animó y le dijo:
"¡No te preocupes! Podés venir conmigo. Los Gallos Ruidosos siempre tienen espacio para nuevos fanáticos, sin importar cómo sean. La pasión por el fútbol une a todos, hasta a los tiburones y gallinitas como nosotros."
Tiburcio sonrió, un poco avergonzado pero muy emocionado.
"¿De verdad? ¡Me encantaría ir contigo!"
Esa tarde, Clotilde y Tiburcio se hicieron grandes amigos. Fueron juntos al partido y, al llegar, el estadio los recibió con una explosión de colores y música. Clotilde animaba a su equipo, mientras que Tiburcio la miraba con asombro.
"¡Es increíble! Nunca imaginé que el fútbol podía ser así de divertido" - le dijo, disfrutando cada momento.
Durante el partido, todos los hinchas gritaron y alentaron, y Clotilde hizo lo mismo. Pero de repente, el equipo rival marcó un gol. El tiburón, sin poder contenerse, comenzó a ladrar (como un perro, porque así era su forma de comunicarse).
"¡Noooo!" - exclamó Tiburcio, sintiendo una gran tristeza.
"¡No te preocupes, Tiburcio! Siempre hay una segunda oportunidad. ¡Vamos, Gallos Ruidosos!" - gritó Clotilde con esperanza.
Justo cuando quedó poco tiempo del partido, los Gallos Ruidosos marcaron un gol espectacular. El estadio se llenó de gritos y todos aplaudían.
Clotilde y Tiburcio se abrazaron con alegría. Y en ese momento, nació una gran amistad entre ellos, donde el miedo se transformó en risas y confianza. Al final del partido, no importaba el resultado; ellos habían tenido la mejor aventura de sus vidas.
"Gracias, Clotilde, por ser tan valiente y por hacerme sentir parte de algo tan especial. No podría haberlo hecho sin vos" - dijo Tiburcio, reconociendo la valentía que ella tenía.
"Y gracias a vos por acompañarme. A veces, solo necesitamos un poco de valentía para enfrentar nuestros miedos. ¡Vamos juntos a la próxima!" - respondió Clotilde felizmente.
Esa fue la historia de la gallinita valiente y el tiburón soñador que superaron sus temores y descubrieron la maravilla de la amistad. Juntos aprendieron que los miedos se pueden enfrentar, que cada uno es especial como es, y que el amor por el fútbol tiene la magia de unir a los más diferentes.
Y así, Clotilde y Tiburcio continuaron viviendo aventuras juntos, recordando siempre que la verdadera amistad no entiende de especies,
¡y que todos pueden compartir la pasión por el fútbol!
FIN.