La Gallita y los Patos en el Mar
Había una vez una gallita llamada Clara que vivía en una granja junto a un lago. Siempre miraba a los patos nadar y jugar en el agua. Clara soñaba con poder chapotear en el mar, pero sus amigos la desanimaban. "No seas tonta, Clara, ¡las gallinas no nadamos!" - decía su amigo el gallo.
Un día, cuando Clara se acercó al lago, vio a un grupo de patos que parecían tener una idea divertida. "¿De qué se ríen?" - preguntó Clara, curiosa.
"Nosotros vamos a un concurso de natación en el mar, ¡ven con nosotros!" - respondió un pato llamado Pablo. Clara miró al lago y luego a los patos. "Pero... no sé nadar como ustedes. Yo soy solo una gallita."
"¡No importa!" - dijo Pablo con una sonrisa. "Todos empezamos de cero. Podemos ayudarte a aprender!"
Clara dudó un momento, pero el entusiasmo de los patos la convenció. Se lanzó a la aventura y comenzó a practicar con ellos. Al principio, Clara chapoteaba y se sentía torpe, pero con la ayuda de sus amigos, fue mejorando.
Una mañana, mientras practicaban, se llevaron una sorpresa: un fuerte viento comenzó a soplar, y el mar se picó. Los patos comenzaron a tener dificultades para mantenerse a flote.
"¡Ayuda!" - gritó Pablo, y Clara escuchó su llamada.
Sin pensarlo, Clara nadó hacia ellos. "¡Vamos! ¡Sigan mi ritmo!" - dijo, usando lo que había aprendido. Ella nadó con fuerza y logró formar una cadena con sus amigos, ayudándolos a llegar a la orilla sanos y salvos.
Cuando finalmente llegaron a tierra, los patos estaban asombrados. "¡Clara, sos una heroína!" - exclamó Pablo.
Clara sintió una mezcla de orgullo y felicidad. "Nunca pensé que podría ayudar así..." - respondió con una sonrisa.
Los patos decidieron hacer una fiesta en honor a Clara y su valentía. Bailaron y celebraron su amistad, y ella se sintió más feliz que nunca.
Después de aquel día, Clara ya no tenía miedo de aventurarse al mar. No solo había aprendido a nadar, sino que también había descubierto su propio valor.
Desde entonces, Clara y los patos continuaron haciendo travesuras juntas, explorando nuevas aventuras en el lago y el mar, recordando que siempre se puede aprender y ayudar a los demás, sin importar las diferencias.
Así, la gallita valiente se convirtió en una inspiración para todos los animales de la granja, y aquellos días de risas y aventuras nunca cesaron.
FIN.