La gata Mona y el misterio del sur


En un bello día de primavera, Gonzalo decidió emprender un viaje hacia el sur de Chile para conocer a la misteriosa gata llamada Mona.

Había escuchado historias sobre ella y su peculiar forma de ser, así que no podía perder la oportunidad de descubrirlo por sí mismo. Al llegar a Chiloé, se adentró en los bosques frondosos hasta encontrar una pequeña cabaña donde se suponía que vivía Mona.

Al acercarse, vio a una gata juguetona correteando entre los árboles con una mirada curiosa y traviesa. Era ella, ¡Mona! Gonzalo se acercó con cuidado y extendió su mano para acariciarla.

La gata lo miró fijamente con sus ojos brillantes y luego comenzó a jugar a las escondidas entre las ramas. Gonzalo rió divertido ante la ocurrencia de Mona. "Hola, Mona. ¿Cómo estás hoy?", preguntó Gonzalo con ternura.

La gata respondió con un maullido cariñoso y continuaron jugando durante horas bajo el cálido sol del sur de Chile. A medida que pasaba el tiempo, Gonzalo notaba lo ingeniosa y astuta que era Mona, siempre encontrando nuevas formas de divertirse.

Una tarde, mientras exploraban el bosque juntos, se toparon con un arroyo cristalino donde varios peces nadaban plácidamente. Mona observaba atentamente cada movimiento de los peces con curiosidad. "¿Te gustaría pescar algunos peces, Mona?", propuso Gonzalo entusiasmado.

La gata asintió emocionada y juntos idearon un plan para atrapar algunos peces utilizando ramas como cañas improvisadas. Fue una tarea difícil pero muy divertida, llena de risas y complicidad entre Gonzalo y Mona. Después de un rato pescando, lograron capturar unos cuantos peces que compartieron como merienda junto al arroyo.

La gata parecía feliz y satisfecha por la aventura vivida junto a su nuevo amigo.

Con el paso de los días, Gonzalo aprendió muchas cosas junto a Mona: la importancia del juego, la curiosidad por descubrir nuevos lugares e incluso la paciencia para lograr sus objetivos. Finalmente, llegó el momento de despedirse de Mona y regresar a casa.

La gata lo acompañó hasta la entrada del bosque donde se despidieron con tristeza pero sabiendo que siempre conservarían en sus corazones los hermosos recuerdos compartidos. Gonzalo regresó a su hogar llevando consigo no solo las enseñanzas aprendidas junto a Mona sino también una nueva amistad que perduraría en el tiempo como un tesoro invaluable.

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