La gata negra y los secretos del colegio



En la Escuela Primaria Rincón de Sueños, había una gata negra muy especial llamada Luna. Luna no era una gata cualquiera; era la mascota de todos los chicos de quinto grado. Los estudiantes la adoraban y siempre la llevaban a sus clases en una jaula bonita decorada con dibujos y recortes de papel.

Un día, mientras los alumnos se preparaban para su presentación de ciencias sobre los planetas, uno de ellos, Leo, encontró a Luna durmiendo en su mochila.

"¡Miren a la Reina Luna!" - exclamó Leo, levantando a la gata.

Todos se rieron y comenzaron a acariciarla, pero su maestra, la señorita Clara, dijo:

"Chicos, es hora de concentrarse. ¿Quieren que Luna los ayude con la presentación?"

"¡Sí!" - gritaron todos a coro.

Mientras los estudiantes ensayaban, Luna se movía de un lado a otro, escuchando atentamente. Pero, de repente, la gata se quedó mirando hacia la ventana. Algo en la calle la había llamado la atención.

"¿Qué ves, Luna?" - preguntó Sofía, una chica del grupo.

Luna maulló suavemente y corrió hacia la ventana.

Al mirar, los chicos vieron a una perra callejera, muy flaquita y con manchas.

"Pobrecita, debe estar sola" - dijo Maxi, otro de los compañeros.

"Debemos ayudarla" - sugirió Lila.

Los chicos se miraron, inciertos.

"Pero tenemos nuestra presentación..." - afirmó Leo, preocupado.

"No podemos ignorar a alguien que necesita ayuda" - dijo Sofía.

Finalmente, decidieron que ayudar a la perra era lo correcto.

"Vamos a darle algo de comida y ver si podemos llevarla al veterinario" - añadió Lila.

Mientras tanto, Luna se quedó sentada, como si estuviera de acuerdo con el plan. Juntos, los chicos sacaron algunas sobras de su almuerzo, las metieron en un tupper y salieron al patio, donde encontraron a la perra. La comida emocionó a la perra, que comenzó a comer con avidez.

"¿Cómo la llamaremos?" - preguntó Maxi.

"Yo tengo una idea: ¡Estrella!" - dijo Sofía entusiasmada, señalando el lugar en el cielo donde aún brillaban algunas estrellas.

Luego de que la perra comió, los chicos se dieron cuenta de que tenía un collar, pero estaba roto. Se decidieron a llevarla al veterinario, y Luna, como buena mascota, no dudó en acompañarlos. Primero, encontraron el teléfono de un refugio de animales.

Al hablar con el refugio, se enteraron que la perra había estado perdida y que su dueña la estaba buscando. Al escuchar esto, los chicos se sintieron nerviosos, pero también alegres.

"Entonces, Estrella tiene familia" - dijo Lila, con una sonrisa.

"Hicimos lo correcto al ayudarla" - agregó Leo.

"¡Y Luna ha sido la mejor ayudante!" - exclamó Sofía, acariciando a su amiga.

Finalmente, después de un par de horas, la dueña de Estrella llegó al refugio, y los chicos pudieron ver cómo la perra se abalanzaba sobre su dueña llorando de alegría. Todos sonrieron al ver la felicidad de la mujer y su mascota.

"¡Gracias chicos! Ustedes son unos verdaderos héroes. Estrella les debe su vida" - dijo la dueña, abrazando a cada uno de ellos.

De regreso a la escuela, el grupo se sintió emocionado por haber ayudado a un ser necesitado. Al llegar al aula, se dieron cuenta que habían perdido la hora del ensayo de la presentación. La señorita Clara, al verlos, bustó rápidamente:

"Los veo muy felices... ¿qué pasó?"

Los chicos contaron la historia de Estrella y cómo habían ayudado a encontrar a su dueña. La maestra sonrió.

"Eso es lo más importante, que aprendan a ayudar a los demás. La presentación puede esperar."

"Pero no tenemos tiempo para hacer todo de nuevo" - dijo Leo, un poco preocupado.

"No se preocupen, con la alegría de lo que hicieron, estoy segura de que se les ocurrirán muchas cosas" - explicó la señora Clara.

Al final, en lugar de un informe tradicional, decidieron contar su historia de Estrella y Luna. La clase se convirtió en un escenario de cuentos, risas y imágenes de ayudar a los demás.

Luna, la gata negra, se convirtió en la heroína del día, recordando a sus compañeros que siempre hay tiempo para ayudar y hacer lo correcto. Desde ese día, los chicos no solo compartieron un amor por la ciencia, sino también una pasión por ayudar a los seres necesitados.

Y así, Luna siguió siendo la ducha de aventuras, y juntos, aprenden a sobrellevar los problemas de la vida. No solo era la mascota, sino también la inspiración que los guiaba para ser mejores personas.

Y con eso, Luna y los chicos comprendieron que la amistad y la solidaridad son los mejores planetas del universo.

Y así termina esta historia, pero las aventuras de Luna y sus amigos recién comenzaban.

FIN.

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