La gatita aventurera



Había una vez una pequeña gatita llamada Floraque, que tenía un pelaje hermoso de colores gris, blanco y naranja. Sus ojos eran de un tono amarillo verdoso que brillaban como dos luciérnagas en la noche.

Floraque había sido abandonada en la calle, pero tuvo mucha suerte cuando fue adoptada por una familia amorosa. Desde el momento en que llegó a su nuevo hogar, Floraque se convirtió en la felicidad de todos.

Siempre estaba jugando y explorando cada rincón de la casa. Acompañaba a sus dueños a todas partes y les daba mucho cariño con sus ronroneos y lamidas. Sin embargo, había días en los que Floraque se portaba un poco mal.

Se escapaba por las puertas abiertas y corría velozmente al jardín para explorar el mundo exterior. Su dueña, Maga, siempre trataba de llamarla para que regresara a casa.

Una tarde soleada, mientras Maga regaba las flores del jardín con su regadera mágica llena de agua fresca, vio cómo Floraque se acercaba corriendo hacia ella desde lo lejos. "¡Floraque! ¡Ven aquí!"- llamó Maga con dulzura. Floraque levantó sus orejitas puntiagudas y detuvo su carrera desenfrenada para escuchar a su dueña.

Sabía que era importante atender a su llamado porque así recibiría algo muy especial: agua fresquita para beber. Maga llenó un cuenco con agua cristalina y lo colocó frente a Floraque.

La gatita, con su lengua rosada y ágil, comenzó a beber el agua fresca mientras Maga la acariciaba con ternura. "Floraque, sé que te gusta explorar y descubrir cosas nuevas, pero es importante que no te escapes sin avisarme.

Podrías meterte en problemas o perderte"- le dijo Maga con voz suave. Floraque levantó su cabeza del cuenco de agua y miró a Maga con sus ojos brillantes. Parecía entender cada palabra que le decía.

Desde ese día, Floraque aprendió a esperar pacientemente cerca de la puerta cuando tenía ganas de aventurarse fuera de casa. Sabía que debía esperar a que alguien la acompañara para explorar el mundo exterior de manera segura.

Con el tiempo, Floraque se dio cuenta de lo importante que era estar cerca de su familia humana. Aprendió a valorar los momentos juntos, las caricias y los juegos divertidos en casa. Ya no sentía tanta necesidad de escaparse porque había encontrado un hogar lleno de amor y cuidado.

La historia de Floraque nos enseña sobre la importancia del amor y la responsabilidad hacia nuestras mascotas. También nos muestra cómo aprender a tomar decisiones adecuadas para mantenernos seguros y protegidos.

Y así fue como Floraque dejó atrás sus travesuras callejeras para convertirse en una gatita feliz y amada por siempre.

FIN.

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