La Gatita del Pantano
En un rincón alejado del bosque, vivía una pequeña gatita llamada Cachi. Cachi era un poco cachorra, tenía solo unos meses de vida y su hogar estaba en un pantano. Su pelaje era un manto de barro y hojas, y a menudo jugaba con su sombra entre los árboles. Pero, aunque vivía en un lugar tan especial, Cachi se sentía sola y deseaba un amigo.
Un día soleado, mientras exploraba un enorme árbol, decidió trepar un poco más alto. Estaba emocionada, pero de repente, una rama se rompió bajo su peso.
"¡Ay!" chilló Cachi mientras caía. Después de un pequeño y sorprendente vuelo, aterrizó con un suave thud en la tierra blanda. Asustada, se quedó quieta, mirando a su alrededor.
Justo en ese momento, una niña llamada Luisana pasaba cerca del árbol. Luisana era conocida en su vecindario por su gran amor a los animales. Siempre ayudaba a los pájaros heridos y a los perritos perdidos, y su corazón rebozaba de compasión.
"¡Ay, pobrecita!" exclamó Luisana al ver a Cachi en el suelo.
"¿Estás bien?" preguntó, acercándose despacio para no asustarla.
Cachi parpadeó, confundida, y dijo, "Creo que sí, pero estoy algo sucia..."
"No te preocupes, pequeña. ¡Te ayudaré!" respondió Luisana, sonriendo con ternura. Sin pensarlo dos veces, se agachó y acarició a Cachi, que sintió un calor en su corazón.
"Hola, amiga. Soy Luisana. Me gustaría ayudarte a limpiarte un poco. ¿Te gustaría venir conmigo a casa?"
Cachi, al escuchar la amable voz de la niña, asintió con la cabeza. No podía creerlo: ¡tendría por fin una amiga! Juntas, caminaron hacia la casa de Luisana. Al llegar, la niña llevó a Cachi a un estante donde tenía agua tibia y jabón suave.
"Vamos a hacerte un baño especial," dijo Luisana mientras llenaba un pequeño recipiente. Cachi se dejó bañar, aunque al principio dudó. Cuando el agua la tocó, se sintió relajada y feliz.
"Eres muy valiente, Cachi," la alentó Luisana mientras la enjabonaba. "A partir de ahora serás mi mejor amiga."
Cuando Cachi estuvo limpia, Luisana la secó con una toalla suave que olía a lavanda. ¡Era como un sueño! Pero justo cuando la pequeña gatita pensó que todo iba a ser perfecto, vieron algo moverse en el jardín.
"Luisana, mirá eso," dijo Cachi, intrigada. Al fijarse, vieron a un grupo de pequeños ratones que miraban con curiosidad desde un arbusto.
"¡Qué adorables!" dijo Luisana. Pero al mismo tiempo, Cachi sintió que debía proteger a su nueva amiga. "No creo que sean amigos, Luisana. Pueden querer asustarte o robarte algo."
Luisana rió. "No, no amiga. Los ratones no hacen eso. Están buscando comida, como todos nosotros. Vamos a verlos."
Así, con un poco de nerviosismo, Cachi y Luisana se acercaron a los ratones, que estaban temblando de miedo.
"No quiero hacerles daño," dijo Cachi con suavidad. "Solo quería saber qué hacían aquí."
Entonces uno de los ratones, el más atrevido, salió del arbusto y dijo:
"Estamos buscando algo que comer, pero no queremos molestarte."
Luisana, viendo que Cachi se había relajado, propuso: "¿Y si les compartimos algo de nuestra comida?"
¿Comida? Los ojos de los ratones se iluminaron. "¡Sí, por favor!" gritó uno de ellos. Luisana llevó a todos los ratones y a Cachi a la cocina y sacó un poco de galletas y fruta. Cachi observaba, orgullosa de su amiga.
Al final de la tarde, Cachi, Luisana y los ratones terminaron compartiendo la merienda en un círculo.
"A partir de hoy," dijo Cachi con una sonrisa, "seremos un grupo de amigos. Nunca más estaré sola en el pantano."
Luisana se sonrió y abrazó a Cachi, quien se dio cuenta de que el amor y la amistad podían cambiarlo todo, incluso en el lugar más inesperado. Y así, en el corazón del bosque, una niña y una gatita aprendieron que los mejores amigos pueden venir de lugares sorprendentes, y que la bondad siempre abre las puertas a nuevas y emocionantes aventuras.
FIN.