La generosidad de los García
Érase una vez en un pequeño pueblo llamado Villa García, vivían el señor y la señora García. Eran un matrimonio muy feliz y siempre estaban orgullosos de decir que su apellido era "García".
Todos los días, salían a pasear por el pueblo mientras saludaban a sus vecinos con una gran sonrisa. Un día, mientras caminaban por la plaza del pueblo, escucharon un grito desesperado.
Se acercaron rápidamente y vieron a un niño llamado Lucas llorando porque se había perdido. El señor García se agachó junto al niño y le preguntó: "¿Cómo te llamas?". El niño respondió entre sollozos: "Mi nombre es Lucas".
La señora García tomó la mano de Lucas y le dijo: "No te preocupes, Lucas. Te ayudaremos a encontrar a tus padres". Juntos comenzaron a buscar por todo el pueblo, preguntando a cada persona si conocían al niño o habían visto a alguien buscándolo.
Después de mucho buscar sin éxito, decidieron ir al ayuntamiento para pedir ayuda. Allí se encontraron con el intendente del pueblo, Don Carlos. El señor García explicó lo ocurrido y Don Carlos prometió hacer todo lo posible para encontrar a los padres de Lucas.
Pasaron varios días sin ninguna noticia sobre los padres de Lucas. El señor y la señora García no se dieron por vencidos y continuaron buscando incansablemente.
Un día recibieron una llamada del ayuntamiento informándoles que habían encontrado a los padres de Lucas. Llenos de alegría, fueron corriendo al ayuntamiento donde les presentaron a los padres de Lucas.
Estaban muy agradecidos por todo lo que habían hecho y les dijeron: "Ustedes son personas maravillosas, nos han ayudado a encontrar a nuestro hijo y no sabemos cómo agradecerles". El señor García sonrió y respondió: "No hay necesidad de agradecimientos, solo hicimos lo que cualquier persona haría en esta situación".
La señora García asintió y agregó: "Además, somos los García, siempre estamos dispuestos a ayudar". Las noticias sobre la valentía y generosidad del señor y la señora García se extendieron rápidamente por el pueblo. Los vecinos comenzaron a admirarlos aún más y se inspiraron en su actitud solidaria.
Desde ese día, el señor y la señora García se convirtieron en referentes para toda la comunidad. Organizaban actividades benéficas, ayudaban a los más necesitados y siempre estaban dispuestos a tender una mano amiga.
Lucas también aprendió una gran lección de ellos. Aprendió que todos podemos hacer algo bueno por los demás sin importar nuestra edad o apellido. Desde entonces, Lucas decidió seguir el ejemplo del matrimonio García y también comenzó a ayudar en su comunidad.
Y así es como el pequeño pueblo de Villa García se convirtió en un lugar lleno de bondad, donde cada habitante entendía la importancia de ser solidarios con los demás.
Y todo gracias al amoroso matrimonio García, quienes demostraron que un apellido puede llevar consigo grandes valores.
FIN.