La Gigante Amable de Villa Zapato



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Zapato, donde vivía una chica gigante traviesa llamada Luna. Luna era muy curiosa y siempre estaba buscando nuevas aventuras para divertirse.

Sin embargo, tenía un problema: le encantaba andar descalza por todas partes y sus pies olían realmente mal.

Un día, mientras paseaba por el pueblo con sus pies apestosos, Luna vio a un chico pequeño llamado Mateo que estaba tratando de alcanzar una manzana en lo alto de un árbol. Mateo era tímido y no se atrevía a pedir ayuda a nadie. Luna, al ver la situación, decidió acercarse a Mateo y ofrecerle su ayuda. "-Hola, soy Luna.

¿Necesitas ayuda para alcanzar esa manzana?", dijo amablemente. Mateo, sorprendido por la presencia de la chica gigante, asintió tímidamente. Con mucho cuidado, Luna levantó a Mateo con sus manos gigantes y lo acercó al árbol para que pudiera tomar la deliciosa fruta.

"-¡Gracias, Luna! Eres muy amable", exclamó Mateo con una sonrisa en su rostro. A partir de ese momento, Luna y Mateo se hicieron amigos inseparables.

Luna aprendió que no siempre se trataba de buscar aventuras emocionantes, sino también de ayudar a los demás y hacer amigos en el camino. Sin embargo, la historia daría un giro inesperado cuando una tarde, mientras jugaban juntos en el parque del pueblo, escucharon gritos de auxilio provenientes del lago cercano.

Rápidamente corrieron hacia allí y descubrieron que un gatito se había caído al agua y no podía salir. Mateo miró preocupado el agua profunda mientras pensaba cómo ayudar al minino.

Fue entonces cuando Luna tuvo una idea brillante: con mucho cuidado se quitó sus zapatillas para usar sus grandes pies como flotadores improvisados y así poder rescatar al gatito sin mojarse demasiado. "-¡Vamos rápido antes de que sea tarde!", exclamó Luna mientras se lanzaba al agua con decisión.

Con sus pies gigantes logró llegar hasta el gatito y llevarlo sano y salvo hasta la orilla donde Mateo lo esperaba emocionado. Desde ese día, todos en Villa Zapato admiraron a Luna por su valentía y generosidad al salvar al pequeño minino.

Y aunque seguía siendo traviesa y le encantaba andar descalza por ahí (con sus pies bien lavados), ahora también era conocida como "Luna la Gigante Bondadosa".

Y así fue como Luna comprendió que ser grande no solo significaba tener tamaño o fuerza física; sino también tener un corazón bondadoso capaz de ayudar a quienes más lo necesitan.

FIN.

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