La Gota Mágica



Érase una vez, en un pequeño pueblo llamado Alegreton, un niño llamado Nico que adoraba la lluvia. Cada vez que caían las primeras gotas, su sonrisa iluminaba el cielo. - ¡Mirá, mamá! ¡Está lloviendo! - decía emocionado mientras saltaba de su cama.

El pueblo de Alegreton era conocido por su clima soleado, y aunque a muchos les encantaba, Nico deseaba que lloviera más a menudo. - Cuando llueve, las flores bailan y los árboles son felices - decía mirando por la ventana.

Un día, mientras caminaba por el bosque, encontró una pequeña nube gris flotando a ras del suelo. - Hola, nube - le dijo Nico. - ¿Por qué estás aquí tan tan baja?

- Estoy buscando mi hogar, pero no puedo encontrarlo - respondió la nube con una voz suave y nostálgica. - Estoy tan triste porque quiero hacer llover nuevamente.

Nico, conmovido, decidió ayudarla. - No te preocupes, ¡yo te ayudaré a encontrar tu hogar! - exclamó decidido. - ¡Vamos a preguntar a las plantas y a los animales del bosque!

Empezaron su aventura preguntando a una mariposa, un sapo y un viejo roble. - Tal vez deberías buscar al gran río, él sabe mucho sobre el cielo - sugirió la mariposa.

Así que, con la nube a su lado, Nico se dirigió al río. Al llegar, encontraron al río muy emocionado. - ¿Buscan el hogar de la nube? - preguntó el río riendo. - ¡Sigue el camino de las corrientes, y encontrarás a los vientos! Ellos la llevarán al cielo.

Nico y la nube se despidieron del río y siguieron el camino. Después de un rato, vieron a dos vientos juguetones. - ¡Hola, vientos! - llamó Nico. - ¿Podrían llevar a mi amiga nube de vuelta al cielo?

- Claro que sí, ¡nos encantaría! - respondieron los vientos entre carcajadas. - ¡Salta y toca el cielo! ¡Es tu turno de volar!

Nico se sintió un poco nervioso, pero sabía que debía ayudar. Con un salto, se unió a los vientos y se elevó por los aires, llevando a la nube con él. - ¡Esto es increíble! - gritó mientras giraba en el aire.

Finalmente, llegaron a una parte del cielo donde se reunían muchas nubes. - ¡Ahí está tu hogar! - exclamó Nico, señalando felizmente. La nube, emocionada, empezó a bailar. - ¡Gracias, Nico! Esta es la mejor aventura de mi vida. Prometo hacer llover en tu pueblo como agradecimiento.

Después de unas horas, la nube se llenó de energía y comenzó a llover sobre Alegreton. Nico miró a su alrededor y vio que todos en el pueblo sonreían. - ¡Mirá! ¡Está lloviendo! ¡Gracias, nube! - gritó.

La lluvia hizo que las flores florecieran y los árboles waltzearan bajo la lluvia. Todos comenzaron a bailar y a celebrar la lluvia.

Después de una tarde llena de alegría, Nico se dio cuenta de algo. - ¿Sabés? No importa si llueve o no, siempre se puede encontrar la felicidad en cualquier momento. - le dijo a la nube, que ahora flotaba contenta en el cielo.

Desde ese día, cada vez que llovía, Nico corría a la calle a disfrutarlo, sabiendo que la lluvia siempre traería alegría, pero también aprendió a encontrar felicidad incluso en los días soleados.

Y así, Alegreton se convirtió en un lugar donde llovía felicidad, no solo de nubes, sino de corazones contentos, gracias a un niño que un día decidió ayudar a una nube perdida.

FIN.

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