La Gran Amistad en el Mundo Zombie
Había una vez, en una pequeña ciudad llamada Villa Alegre, un grupo de niños que amaban las aventuras. Entre ellos estaban Lucho, una mente brillante que siempre traía ideas geniales; Sofía, una campeona del dibujo que daba vida a sus sueños en papel; y Pancho, un experto en resolver rompecabezas. Todo marchaba bien hasta que un día, un extraño fenómeno cubrió la ciudad de nubes moradas.
De repente, los zombies invadieron Villa Alegre. Pero no eran zombies comunes, ¡eran zombies amistosos!"¡Ayuda! ¡Los zombies están aquí!" - gritó Lucho mientras corría hacia sus amigos.
"No huyas, Lucho!" - exclamó Sofía. "¡Mirá! Parecen más curiosos que peligrosos."
Los tres se acercaron lentamente a una de las criaturas. Era un zombie con un sombrero de copa que se llamaba Canuto. Él parecía desorientado y un poco triste.
"Hola, chicos. Soy Canuto, pero he perdido a mis amigos zombies. ¿Podrían ayudarme a encontrarlos?"
Lucho, Sofía y Pancho se miraron asombrados.
"Claro que sí, Canuto. ¡Vamos!" - dijo Pancho, emocionado por la misión.
Los cuatro se pusieron en marcha. Con cada paso que daban, aprendían algo nuevo. Lucho se dio cuenta de que el mundo zombie tenía colores y formas muy divertidas.
"Se parece a un mundo de cuento de hadas... con un toque espeluznante!" - dijo Lucho entre risas.
Mientras buscaban a los amigos perdidos de Canuto, se enfrentaron a desafíos. Encontraron una carretera llena de obstáculos, y ahí fue cuando Sofía tuvo una idea brillante.
"Podemos construir un vehículo para cruzar la carretera. ¡Los zombies son fuertes!"
"Y puedo dibujar un plano. ¡Vamos, let’s do it!" - agregó Lucho.
Con el trabajo en equipo, construyeron un carro hecho de cartón y decorado con brillantes colores. Así lograron sobrepasar los obstáculos, a pesar de que a veces debían esquivar algunos zombis curiosos.
"¡Mirá! allí está un grupo de zombies!" - gritó Pancho.
"Esos son mis amigos!" - exclamó Canuto.
Se acercaron y descubrieron que los amigos de Canuto estaban atrapados en un laberinto de arbustos. Usando su ingenio, los niños idearon un plan.
"Necesitamos atrapar la atención de los zombies para que puedan escapar." - dijo Lucho.
Con el carro de colores a cuestas, los niños comenzaron a saltar y a bailar alrededor del laberinto.
"¡Miren nuestro carro! ¡Es el más divertido de todos!" - gritó Pancho.
Los zombies se acercaron, atraídos por la música y la diversión que irradiaban los niños.
"¡Sí! ¡Vamos a hacer una gran fiesta!" - dijo Sofía, riendo.
Los zombies, en lugar de asustarse, comenzaron a reír y moverse. Siguiendo el ritmo, lograron salir del laberinto y reunirse con Canuto.
"¡Gracias, amigos!" - dijeron al unísono los zombies felices.
Juntos, decidieron celebrar con una gran fiesta en la plaza central de Villa Alegre.
"Esto es increíble. Todos los días deberían ser así." - comentó Lucho, observando la alegría entre humanos y zombies.
Y así, al final del día, lo que había comenzado como un evento aterrador se convirtió en una celebración de amistad y colaboración.
"Nunca subestimen el valor de la amistad, sin importar las diferencias que tengamos." - comentó Sofía, mientras dibujaba la gran fiesta.
Desde ese día, zombies y niños de Villa Alegre aprendieron a convivir y ayudarse mutuamente. Y cada vez que el cielo brillaba con nubes moradas, recordaban esa aventura inolvidable y cómo el poder de la amistad podía separar la tristeza y acercar corazones.
Y así, Canuto y sus amigos nunca más sintieron soledad, y Villa Alegre se llenó de risas y colores, creando un espacio disparatado y maravilloso donde las amistades florecían, conectando incluso a los seres más inesperados.
- ``Fin``
FIN.