La gran amistad entre el perro, el gato y el conejo
Había una vez un perro llamado Rocky, un gato llamado Luna y un conejo llamado Saltarín. Cada uno vivía en un lugar distinto y no se conocían. Un día, el destino los llevó a encontrarse en el parque.
-¡Hola! Soy Rocky, ¿y ustedes? -dijo el perro moviendo la cola. -Hola, yo soy Luna, qué gusto conocerte -respondió el gato. -¡Saludos! Soy Saltarín, encantado de conocerlos -dijo el conejo con entusiasmo.
Los tres animales comenzaron a charlar y se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común a pesar de ser tan diferentes. -¿Por qué no jugamos juntos? -propuso Rocky. Y así lo hicieron. Saltaron, corrieron y se divirtieron durante horas. A medida que pasaba el tiempo, se volvieron inseparables.
Un día, mientras jugaban, escucharon un llanto cerca del río. Era un pajarito que había caído del nido. -¡Tenemos que ayudarlo! -exclamó Luna.
Los tres amigos trabajaron juntos para construir un nido improvisado y cuidar al pajarito hasta que estuvo listo para volar por su cuenta. Esta experiencia los unió aún más y les enseñó lo importante que es ayudarse mutuamente. Pasaron los días y los animales descubrieron que cada uno tenía habilidades especiales.
Rocky era fuerte y protector, Luna era ágil y cariñosa, y Saltarín era astuto y veloz. Decidieron trabajar juntos y ayudar a otros animales que lo necesitaban en el bosque. Así, formaron un equipo imparable que era conocido y admirado por todos.
La amistad entre el perro, el gato y el conejo enseñó a todos en el bosque la importancia de la diversidad, la cooperación y el compañerismo. Juntos demostraron que, a pesar de las diferencias, se pueden lograr grandes cosas si se trabaja en equipo.
Y así, la amistad entre Rocky, Luna y Saltarín se convirtió en una historia que se contó por generaciones, inspirando a todos a valorar y respetar a quienes son diferentes a nosotros.
FIN.