La Gran Ammalia y el Mundo Subterráneo de los Unicornios



Ammalia vivía en una pequeña ciudad junto a su hermana y su padre, Alejandro. Desde que era muy pequeña, todos le decían que era demasiado chiquita para aventurarse lejos de su hogar. Sin embargo, Ammalia soñaba con explorar el mundo más allá de las montañas que rodeaban su ciudad.

Un día, Ammalia decidió que era momento de desafiar las expectativas y demostrar su valentía. Esperó a que su hermana y su padre se distrajeran y se adentró en el bosque. Mientras caminaba, descubrió una cueva oculta detrás de un árbol. Sin dudarlo, decidió entrar.

Para su sorpresa, la cueva no era una cueva común, sino un portal a un mundo subterráneo mágico habitado por unicornios. Se quedó asombrada al ver las brillantes gemas que iluminaban el lugar y a los majestuosos unicornios que pastaban en prados de colores.

Ammalia se acercó a un grupo de unicornios tímidos y les habló con gentileza.

- ¡Hola! Soy Ammalia, ¿y ustedes?

Los unicornios, sorprendidos por la valentía de la niña humana, comenzaron a hablarle y le contaron que se sentían amenazados por una criatura maligna que habitaba en las profundidades del mundo subterráneo. Esta criatura había sembrado el miedo y la tristeza entre ellos, impidiéndoles disfrutar plenamente de su hermoso hogar.

Ammalia, recordando las historias valientes de los héroes de los cuentos que solía leer, decidió que haría todo lo posible para ayudar a los unicornios. Con la determinación en su corazón, se embarcó en una aventura para enfrentar a la criatura maligna.

Siguiendo a los unicornios, descendió por túneles oscuros y laberínticos, superando desafíos y poniendo a prueba su ingenio y coraje. Finalmente, llegaron al escondite de la criatura maligna. Era una bestia temible, pero Ammalia no retrocedió. Con astucia y valentía, logró derrotar a la criatura, liberando al mundo subterráneo de su tiranía.

Los unicornios, agradecidos y admirados por la valentía de Ammalia, la proclamaron como la Gran Ammalia, la salvadora de su hogar. Llenos de alegría, le ofrecieron su eterno agradecimiento y amistad.

Ammalia regresó a su ciudad con el corazón rebosante de alegría y orgullo. Ahora sabía que, pese a lo que le decían, era capaz de enfrentar desafíos y dejar una huella en el mundo. Su valentía inspiró a otros a atreverse a soñar en grande y a luchar por lo que creían, demostrando que no importa el tamaño, sino el coraje que hay en el corazón.

FIN.

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