La Gran Aventura



Había una vez en un tranquilo campo un gallo llamado Ramón que era muy orgulloso de ser el líder de un grupo de pollitos. Cada mañana, Ramón cantaba con toda su fuerza para despertar a todos los animales del campo.

"¡Despertarse, dormilones! ¡Es hora de empezar a jugar!" - decía Ramón con su voz potente y alegre.

Sus pollitos, que eran curiosos y juguetones, siempre seguían las aventuras de su papá. Pero un día, mientras exploraban un lado desconocido del campo, los pollitos se encontraron con una pequeña trampa. Era un círculo de piedras que rodeaba un agujero cubierto de hojas.

"¡Cuidado, mis pequeños!" - gritó Ramón cuando vio a sus pollitos acercándose al peligro.

"Pero papá, queremos descubrir qué hay ahí dentro!" - respondió uno de los pollitos llamado Pipo, que siempre quería explorar.

"A veces, lo desconocido puede ser riesgoso. Es mejor investigar juntos y no entrar solos a un lugar que no conocemos" - dijo Ramón, preocupado.

Los pollitos miraron a Ramón y asintieron, porque sabían que su padre siempre tenía razón. Entonces, después de un rato de mirar y pensar, decidieron buscar ayuda.

"Vamos a preguntar a Doña Oveja, ella conoce todo el campo" - sugirió Lila, la pollita más tranquila.

Así que todos se dirigieron hacia la granja de Doña Oveja. Cuando llegaron, la oveja estaba pastando cerca de una colina.

"¡Hola, Doña Oveja!" - saludó Ramón. "¿Podrías ayudarnos? Encontramos un lugar muy extraño y no sabemos qué hacer".

"Por supuesto, queridos. Siempre es bueno tener cuidado con lo desconocido. Vamos a investigar juntos" - respondió Doña Oveja, moviendo su cola de un lado a otro.

Los cuatro, Ramón, los pollitos y Doña Oveja, regresaron al lugar misterioso. Cuando se acercaron al círculo de piedras, Doña Oveja empezó a observar.

"Parece que esto es un escondite de tesoros. Debemos tener cuidado al explorar" - dijo mientras miraba atentamente.

Ramón, lleno de valentía, se acercó y comenzó a mover algunas piedras. De repente, algo brilló entre las hojas.

"¡Miren, chicos!" - exclamó Ramón emocionado. "Es un viejo cofre... ¡con monedas!"

Los pollitos dieron saltitos de alegría. Pero Doña Oveja los miró con severidad.

"Recuerden, amigos, no todo lo que brilla es oro. Lo importante es aprender a compartir y cuidar de lo que tenemos".

Ramón decidió abrir el cofre y la luz del sol iluminó las monedas, pero también había un viejo mapa en el interior.

"Esto es más que un tesoro, es un mapa de nuestro campo" - explicó Ramón. "Podemos descubrir nuevos lugares y aprender más sobre nuestra casa".

Así que juntos, empezaron a seguir el mapa. Cada nueva marca tenía un lugar que investigar. Descubrieron un arroyo escondido donde los pollitos jugaban y chapoteaban, una colina llena de flores que nunca habían visto y un lugar donde los animales se reunían a contar historias.

"¡Qué divertido encontrar estos lugares!" - dijo Pipo mientras se reía con Lila.

"Sí, es genial aprender sobre nuestro hogar" - agregó Lila con una sonrisa.

Después de un día lleno de aventuras, todos regresaron al gallinero exhaustos pero felices.

"Hoy aprendí que siempre es mejor explorar en compañía y cuidar de nuestros amigos" - reflexionó Ramón mientras acomodaba a sus pollitos en el nido.

"Y que juntos siempre descubrimos cosas maravillosas" - concluyó Doña Oveja.

Y así, Ramón y sus pollitos siguieron viviendo felices, siempre listos para la próxima aventura, recordando que lo más importante es cuidarse los unos a los otros mientras exploran lo desconocido. Y así, cada día, nuevos juguetes, historias y descubrimientos esperaban por ellos en el campo. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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