La Gran Aventura de 7B
Era un día soleado cuando los alumnos de 7°B de la escuela 660 se encontraron en la plaza del barrio para hablar sobre su clase de ciencias. La maestra, la señora Martínez, había propuesto un proyecto sobre la naturaleza y el medio ambiente, y querían hacer algo especial. Fue entonces cuando Sofía, la más aventurera del grupo, propuso:
"¡Y si hacemos un camping en el bosque de la ciudad y aprendemos sobre la flora y fauna de ahí!"
Los demás murmuraron entusiasmados. Ricardo, el más cauteloso del grupo, se mostró un poco escéptico.
"Pero, ¿y si nos perdemos?"
"No te preocupes, Ricardo. ¿Quién se puede perder en un bosque?" le contestó Ramón, muy seguro de sí mismo.
Así que decidieron que el sábado siguiente irían a acampar. Todos se organizaron, llevaron linternas, comida y, por supuesto, sus libros de ciencias.
El día del camping, los chicos llegaron al bosque con mucho entusiasmo. Montaron sus carpas rápidamente, riendo y contando historias. Luego, comenzaron a explorar.
Mientras caminaban, encontraron un árbol gigante que les pareció impresionante.
"¡Miren este árbol! Debe ser más viejo que nuestros abuelos!" exclamó Javi.
"Vamos a medirlo, así después podemos buscar información para el proyecto!" propuso Sofía.
Con cinta métrica en mano, empezaron a medir el perímetro del árbol. Mientras tanto, Lucas se apartó un poco, fascinado por unas mariposas de colores brillantes.
"¡Chicos! ¡Vengan a ver esto!" gritó Lucas.
Los demás corrieron hacia él y encontraron una especie de cueva pequeña ¡pero llena de flores! Se asomaron y se dieron cuenta de que había un sendero escondido detrás de ellas.
"¿Vamos a ver a dónde lleva?", preguntó Sofía, con ojos brillantes de emoción.
"No sé... puede ser peligroso. Tal vez sea un lugar donde no debamos ir", dijo Ricardo, aún inseguro.
"¡Pero es una aventura! Si no lo hacemos, nunca sabremos qué hay allá!", argumentó Ramón con fuerza.
A pesar de las dudas, decidieron seguir el sendero. Con cada paso que daban, el lugar se volvía cada vez más mágico. El sendero estaba rodeado de árboles altos y flores exóticas, y el canto de los pájaros acompañaba su caminata. Finalmente, llegaron a un claro donde encontraron un lago cristalino que reflejaba el cielo azul.
"¡Es hermoso!" dijo Javi, dejando escapar una sonrisa de asombro.
Mientras exploraban el lugar, descubrieron algunos papeles de plástico tirados cerca del agua. Sofía se agachó y los recogió con cuidado.
"Chicos, esto no se ve bien. El bosque necesita nuestra ayuda. Debemos recoger esto y actuar."
Los alumnos, inspirados, comenzaron a recoger la basura del lugar, llenando sus mochilas. Se dieron cuenta de que aunque estaban de aventura, también eran responsables del lugar que estaban visitando.
"Podemos hacer un proyecto sobre la limpieza del medio ambiente y que nuestros compañeros también se sumen a la causa!" dijo Lucas emocionado.
Al regresar al campamento, decidieron preparar su cena, mientras hablaban sobre lo que habían aprendido durante el día.
"Hoy descubrimos que la naturaleza es maravillosa, pero también necesita ser cuidada", comentó Ramón mientras compartía la comida.
Al caer la noche, encendieron una fogata y se sentaron alrededor, disfrutando de las estrellas. Ricardo, que había estado un poco nervioso al principio, ya se sentía parte de la aventura.
"Chicos, me alegra que vinimos. Aprendimos cosas que nunca hubiésemos imaginado", dijo con una sonrisa.
Al terminar su camping, decidieron que compartirían lo que habían aprendido con sus compañeros en la escuela. Hablarían sobre la importancia de cuidar la naturaleza y cómo habían hecho una limpieza en el bosque. Cuando regresaron a la escuela, todos escucharon con atención sus historias y muchos de sus amigos se unieron a la causa.
Desde aquel día, 7°B no solo se volvió un grupo de compañeros, sino un verdadero equipo comprometido con el medio ambiente, siempre recordando que las mejores aventuras son aquellas que nos enseñan algo y nos hacen mejores personas.
FIN.