La Gran Aventura de A Kwaheri y Pedriel
Había una vez, en un colorido pueblo donde los árboles danzaban al ritmo del viento, un chico llamado A Kwaheri. A él le encantaba jugar y hacer nuevos amigos. Sin embargo, había un pequeño problema: hablaba un idioma peculiar que la mayoría de las personas no entendía. A su lado, vivía un niño llamado Pedriel, quien hablaba un idioma completamente diferente. Aunque ambos querían ser amigos, no podían entenderse.
Un día, mientras A Kwaheri hacía castillos de arena en la playa, vio a Pedriel escalar una montaña de piedras. Atraído por la risa de Pedriel, A Kwaheri decidió acercarse y saludarlo.
"¡Kwaheri!" - exclamó A Kwaheri con una gran sonrisa.
Pedriel lo miró confundido y, sin entender, siguió jugando solo. Esto hizo que A Kwaheri se sintiera triste; realmente quería hacerse amigo de Pedriel. Entonces, tuvo una brillante idea.
"¡Voy a buscar a alguien que me ayude!" - se dijo a sí mismo.
A Kwaheri se arriesgó a atravesar el bosque que separaba el pueblo. Pasó por caminos llenos de flores y mariposas que lo saludaban. Al llegar a un claro, se encontró con un anciano sabio, el abuelo Horacio, quien conocía muchos idiomas.
"¡Hola, abuelo Horacio!" - le saludó A Kwaheri.
"¡Hola, pequeño! ¿Qué te trae por aquí?" - preguntó el anciano.
A Kwaheri le explicó su situación y pidió que le tradujera lo que significaba —"Kwaheri" . El abuelo sonrió y asintió con ganas.
"Kwaheri significa ‘adiós’ en tu idioma, pero hay muchas maneras de decirlo. A veces, es mejor decirlo de otra forma para hacer nuevos amigos. ¿Sabías que en el idioma de Pedriel hay un saludo más amigable?" - explicó Horacio.
Con su corazón lleno de esperanza, A Kwaheri le pidió ayuda para aprender a hablar como Pedriel.
Horacio le enseñó algunas palabras en el idioma de Pedriel. Con nuevas habilidades en su mente y con una gran sonrisa en su rostro, A Kwaheri agradeció a Horacio y se dirigió de regreso a la playa.
Al llegar, vio a Pedriel aún jugando. Esta vez, A Kwaheri se acercó más despacio y respiró hondo antes de hablar.
"Hola, soy A Kwaheri, y estoy aquí para hacer nuevos amigos. ¿Te gustaría jugar conmigo?" - dijo con voz alegre, usando las palabras que había aprendido.
Los ojos de Pedriel se iluminaron.
"¿Jugar? Claro, ¡me encantaría!" respondió Pedriel de inmediato.
Durante horas, A Kwaheri y Pedriel construyeron castillos, volaron cometas e incluso compartieron historias de sus lugares mágicos. Al final del día, cuando el sol comenzó a ponerse y la brisa se volvió un poco más fresca, A Kwaheri decidió que era momento de despedirse. Se acordó de las enseñanzas del abuelo Horacio.
"Hasta luego, Pedriel. ¡Vamos a seguir jugando mañana!" - dijo en el idioma que había aprendido.
Pedriel sonrió y le respondió:
"¡Hasta luego, A Kwaheri!"
Los dos se despidieron alegremente, con la promesa de volver a encontrarse al día siguiente. Desde ese día, A Kwaheri y Pedriel se volvieron los mejores amigos, superando la barrera del idioma y enseñándose mutuamente sobre sus culturas.
Juntos aprendieron que, aunque hablen diferentes idiomas, hay un lenguaje universal: la amistad.
Y así, en aquel pequeño pueblo, A Kwaheri y Pedriel demostraron que con un poco de esfuerzo y amor, se pueden construir puentes donde antes hubo muros.
FIN.