La Gran Aventura de aMic y aLLum
En un pequeño mundo lleno de risas y juegos, vivían aMic, un micrófono de alta sensibilidad, y su amigo aLLum, una lámpara de luces coloridas. Aunque aMic adoraba capturar las melodías y risas de los niños, había algo que lo ponía un poco nervioso: los ruidos excesivos. aMic podía escuchar hasta el susurro más suave, pero cuando los niños jugaban, el bullicio a veces era demasiado.
Un día soleado, mientras aMic estaba instalado en el parque, escuchó a un grupo de niños jugando a la pelota. Era una diversión contagiosa, pero el ruido era ensordecedor.
"¡Ay!" - exclamó aMic, tapándose con una pequeña tapa, "no puedo soportar tanto ruido. ¡Me duele la sensibilidad!".
"¿Qué vamos a hacer, amigo?" - preguntó aLLum, iluminando con su suave luz blanca.
"Creo que deberíamos encontrar una forma de avisarles que bajen un poco la intensidad. Si solo supieran cuánto más divertidos se pueden poner los juegos sin todo ese ruido..." - respondió aMic.
Así, decidieron usar la magia de aLLum. Juntos crearon un plan: cuando el ruido superara un cierto nivel, aLLum empezaría a parpadear con luces de colores. Cuando los niños comenzaran a gritar o a hacer demasiado ruido, las luces de aLLum cambiarían a rojo brillante, y cuando el ruido disminuyera, se pondrían verdes.
"¡Eso está buenísimo!" - dijo aMic emocionado.
El mismo día, cuando el sol estaba en su esplendor, los niños llegaron al parque. Pusieron en marcha su juego de ruidos y risas. De repente, aLLum comenzó a parpadear en rojo.
"¿Qué es eso?" - preguntó Lucía, una de las niñas, mirando hacia la lámpara.
"No sé, parece que quiere decirnos algo. ¿Es un juego?" - contestó Mateo, curioso.
De pronto, aMic habló con una voz tenue y suave:
"Hola, amigos. Soy aMic, y estoy aquí para ayudarles a entender por qué a veces el ruido puede ser un poco demasiado. ¡Ven, hagamos un trato!".
Los niños, sorprendidos pero emocionados, se acercaron.
"¿Cómo podemos ayudar?" - preguntó Sofía, que había dejado de gritar.
"Si suenan en un tono más suave, las luces de aLLum se pondrán verdes y así podrán jugar juntos de manera divertida y tranquila. Así evitarán que yo me sienta incómodo, y disfrutarán de su juego aún más" - explicó aMic.
Los niños comenzaron a probar.
"¡Vamos a ver si podemos jugar pero más suave!" - propuso Mateo.
Poco a poco, los niños comenzaron a ajustar su volumen. Al escuchar las risas y el juego a un nivel más amable, las luces de aLLum comenzaron a brillar en un hermoso verde.
"¡Lo hicimos!" - gritó Lucía, saltando de felicidad. "¡Las luces se pusieron verdes!"
De repente, llegó un nuevo niño llamado Juan, que no sabía de la promesa hecha. Al ver la alegría, se unió a ellos. A pesar de que Juan al principio no sabía cómo jugar en silencio, los amigos le enseñaron.
"Juan, si mantenés el ruido bajo, ¡los colores serán aún más bonitos!" - le explicaron.
Juan, emocionado por el desafío, decidió intentarlo. Al poco tiempo, todos los niños jugaban felices y tranquilos.
"Gracias, aMic y aLLum. No sabíamos que podíamos divertirnos tanto y hacer menos ruido al mismo tiempo." - dijo Sofía.
Así, la tarde se llenó de juegos, risas suaves y luces brillantes. aMic y aLLum se convirtieron en los héroes del día, mostrando a todos cómo podía ser divertido jugar con responsabilidad.
Y desde ese día, cada vez que los niños regresaban al parque, recordaban bajar el volumen para mantener a aMic contento, y a aLLum iluminando el ambiente con hermosos colores.
"¡Gracias, amigos!" - dijeron los niños en coro.
"Juntos hacemos un gran equipo. Recuerden siempre que el respeto al ruido es también una forma de jugar" - concluyó aMic, feliz de haber ayudado a sus amigos.
Y así, aMic y aLLum seguían siendo los mejores compañeros de juegos, enseñando a todos cómo divertirse mientras cuidaban el ambiente sonoro a su alrededor.
FIN.