La Gran Aventura de Brenda y Ariadna



Brenda comenzó a cursar tercer año en la escuela número 78 de Bella Unión. Al principio, todo era un poco intimidante, pero pronto se dio cuenta de que había un montón de chicos y chicas simpáticos. Sin embargo, fue con Ariadna con quien estableció una conexión especial.

Durante los recreos, Ari y Brenda pasaban juntas, disfrutando de cada momento. A veces corrían y jugaban a la rayuela, y otras veces, se unían a un grupo de compañeras que organizaban divertidos juegos de patio. Era un tiempo de risas, descubrimientos y aventuras.

Un día, mientras jugaban a las escondidas, Ariadna le dijo: "¿Te imaginás si pudiéramos encontrar un tesoro escondido en el patio?"

"¡Sería genial!" respondió Brenda entusiasmada. "¿Y si creamos un mapa y lo buscamos?"

Sin pensarlo dos veces, las dos amigas corrieron hasta el aula, tomaron un papel y empezaron a dibujar un mapa del patio, incluidos los lugares donde llegaban a jugar.

La emoción de tener un plan las llenó de energía. Decidieron que al día siguiente, después de clases, serían unas auténticas exploradoras en busca del tesoro. Al llegar el momento, ambas estaban listas con linternas, un picnic para el camino y un gran mapa dibujado a mano.

Al llegar al patio, comenzaron su búsqueda. "Yo creo que el tesoro podría estar debajo del árbol más grande", dijo Ariadna, señalando un robusto álamo.

Brenda afirmó: "Sí, ¡vamos a mirar debajo!"

Cavaron un poco, pero solo encontraron tierra. Sin desanimarse, continuaron su búsqueda por todo el patio, revisando cada rincón. Pero mientras estaban en eso, escucharon risas provenientes de otro grupo de chicos que se estaban divirtiendo con una pelota.

"¿Por qué no nos unimos a ellos?" sugirió Brenda.

"Quizás después de buscar el tesoro. Pero ahora, sigamos con nuestra misión", respondió Ariadna, decidida.

Continuaron buscando y, al final, decidieron explorar el rincón más alejado, donde había un pequeño arbusto. Al acercarse, lo movieron y, para su sorpresa, ¡descubrieron una caja!"¡Mirá, un tesoro!" gritaron ambas al mismo tiempo. Abrieron la caja, y dentro encontraron... ¡cromos de colección!"Esto es genial, pero no es lo que esperábamos", dijo Brenda un poco decepcionada.

"Tal vez no es oro, pero podemos compartirlos con todos en la clase. Hicimos una gran aventura juntas por esto, y eso es el verdadero tesoro", dijo Ariadna, sonriendo.

Ambas decidieron llevar la caja a su aula. "Pueden ser un excelente motivo para conocer mejor a los demás y hacer nuevos amigos", propuso Brenda.

Organizaron un momento en clase para compartir los cromos, y rápidamente todos en el aula se unieron a la diversión. Cada uno aportó sus propios cromos, creando una gran colección que intercambiaban y disfrutaban juntos.

La aventura no solo les había traído un tesoro inesperado, sino que también les había enseñado el valor de compartir y la importancia de la amistad.

Desde entonces, la búsqueda de tesoros se convirtió en una tradición cada mes, donde todos en la clase se unían para jugar, explorar y, lo más importante, fortalecer la amistad.

Brenda y Ariadna aprendieron que el verdadero tesoro no son las cosas materiales, sino las experiencias compartidas y los lazos que construimos con nuestros amigos.

FIN.

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