La Gran Aventura de Cocodrilo, Gato y Elefante



Había una vez en un hermoso bosque, un cocodrilo llamado Coby que pasaba su tiempo al borde de un lago. Era un cocodrilo amable pero un poco solitario. Cada día soñaba con tener amigos con los que jugar. Por otro lado, había un gato, llamado Minino, que vivía en un árbol cercano y siempre estaba observando a Coby desde la distancia.

Un día, mientras Coby disfrutaba del sol, escuchó un sonido curioso proveniente del árbol.

"¿Qué es eso?" - se preguntó Coby mientras miraba hacia arriba.

"Soy yo, Minino. ¿Querés jugar?" - dijo el gato, emocionado.

Coby, sorprendido, le respondió:

"Claro, pero ¿cómo jugarías conmigo?"

Minino bajó del árbol y decidió inventar un juego en el que ambos pudieran participar. Jugaron al escondite, donde Coby se escondía bajo el agua y Minino, con su agilidad, se escabullía entre los arbustos. Se divirtieron tanto que decidieron buscar más amigos.

Mientras iban por el bosque, se encontraron con un enorme elefante llamado Eli.

"¡Hola, Elefante! ¿Te gustaría jugar con nosotros?" - preguntó Coby entusiasmado.

Eli sonrió y dijo:

"¡Claro que sí! Pero no puedo meterme en el agua, soy muy grande para eso. ¿Tienen algo para hacer en el suelo?"

Minino, con su ingenio, propuso una carrera. Así que los tres amigos jugaron corriendo y divirtiéndose juntos. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que Eli era muy lento porque tenía patas grandes, mientras que Minino y Coby eran mucho más ágiles.

"Parece que a Eli no le va tan bien en las carreras" - observó Minino.

"No te preocupes, amigo, permanentemente tiene habilidades que nosotros no tenemos" - le respondió Coby.

Eli, algo triste, dijo:

"Me encantaría ser más rápido y jugar como ustedes."

"A veces somos buenos en unas cosas, y en otras no tanto, Eli. ¡No hay problema!" - dijo Coby.

"Tienes razón, cada uno tiene sus propias habilidades, ¡y eso es genial!" - añadió Minino.

Entonces, para elevar el ánimo de Eli, Coby sugirió hacer algo que el elefante sabría hacer mejor que nadie.

"Eli, ¡podrías ser el árbitro de nuestro juego de pelota!"

"¡Sí, eso sería genial!" - exclamó Minino.

Así que se pusieron a jugar una gran partida de fútbol improvisado. Eli, con su gran tamaño, se convirtió en el mejor árbitro del juego, protegiéndolos de los peligros de la selva y asegurándose de que todos cumplieran las reglas.

En el momento más emocionante, llegó un nene llamado Guille, que estaba de excursión con su padre.

"¿Puedo jugar también?" - preguntó Guille, emocionado.

"¡Claro! Vení, hay lugar para todos" - respondió Coby.

La llegada de Guille trajo aun más alegría a la partida. Guille demostró ser un gran jugador, moviéndose rápido entre los árboles y haciendo reír a todos con su alegría.

Eli, al ver que todos se divertían juntos, se sintió feliz porque había encontrado su lugar como el mejor árbitro, mientras que Coby y Minino disfrutaban del juego al máximo.

Ahora, todos eran amigos, y aprendieron que la amistad no depende de ser igual, sino de celebrar lo que cada uno aporta. Desde entonces, el lago se llenó de risas y juegos, y nuestros amigos siguieron explorando la selva juntos, disfrutando cada día de nuevas aventuras.

Y así, Coby, Minino, Eli, y Guille descubrieron que la verdadera felicidad se encuentra en la diversidad y en la amistad que se forma al aceptar a los demás, ¡sin importar sus diferencias!

Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.

FIN.

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