La Gran Aventura de Cola y Patita



En un colorido bosque, donde los árboles parecían rayas de caramelo y los ríos cantaban melodías suaves, vivía una perra llamada Cola y un gato llamado Patita. Cola era una perra juguetona con una cola que nunca paraba de moverse, mientras que Patita, con su pelaje suave y sus ojos curiosos, siempre estaba en busca de nuevas aventuras.

Una mañana soleada, mientras jugaban cerca del río, Cola dijo:

"¡Patita! ¿Viste ese puente de flores que aparece en el cuento que leímos ayer? ¡Deberíamos ir a explorarlo!"

"¡Sí! Pero necesitamos un plan para llegar hasta allí. Deberíamos pedir ayuda a nuestros amigos del bosque."

Y así, los dos amigos decidieron reunir a sus amigos: Rayo el conejo, Alma la tortuga y Pico el pájaro carpintero. Cuando se juntaron, Cola les explicó su idea.

"Chicos, queremos ir al puente de flores. ¿Se suman a nuestra aventura?" pregunto Cola con entusiasmo.

"¡Yo quiero!" dijo Rayo, saltando de emoción.

"Puede que sea un poco lento, pero yo iré también," agregó Alma con una sonrisa.

"No puedo volar muy lejos, pero haré lo que esté a mi alcance," dijo Pico, picoteando el suelo con energía.

Y así, comenzaron su viaje. Al principio, todo fue risas y juegos. Se detuvieron a jugar a las escondidas y a recolectar flores. Pero, a medida que avanzaban, se dieron cuenta de que el camino se volvió más complicado. Las ramas de los árboles se entrelazaban, creando una especie de laberinto.

"¿Por dónde seguimos?" preguntó Patita, mirando hacia todos lados.

"Vamos a seguir el olor de las flores," sugirió Rayo, que siempre tenía un buen olfato.

Mientras avanzaban con cautela, de repente, un gran murciélago apareció de entre las sombras,

"¡Alto! No pueden pasar sin resolver mi acertijo."

Los amigos se miraron nerviosos. El murciélago continuó:

"Soy un guardián del bosque. ¿Cuál es el animal que siempre llega a tiempo?"

"Es fácil, ¡el reloj!" respondió inesperadamente Patita.

El murciélago rió y dijo:

"No, amigo. ¡Es el pájaro! Porque siempre canta al amanecer y nunca se atrasa. Tienen que pensar mejor."

Con un poco de miedo, intentaron nuevamente. Cola recordó cómo su mamá le había contado de los animales más puntuales del bosque.

"¡Ya sé! ¡El búho, porque siempre está activo de noche!"

El murciélago aplaudió y sonrió:

"¡Correcto! Pueden pasar."

Relajados por la victoria, nuestros amigos continuaron su camino. Pronto, se encontraron con un río muy caudaloso que debían cruzar. No había puente y el agua era muy fría.

"No sé nadar, tengo miedo de caer," confesó Alma, mientras su caparazón comenzaba a temblar.

"No te preocupes. Podemos hacer una balsa con ramas y hojas," sugirió Cola.

"Yo puedo buscar las ramas desde el aire," añadió Pico con seguridad.

Así, trabajaron todos juntos y, después de unos momentos, construyeron una hermosa balsa. Fue una gran serie de risas y pruebas hasta que, finalmente, lograron cruzar el río.

Cuando llegaron al otro lado, Colarse dio inyección de energía y se sintió lista para explorar más. Finalmente, llegaron a un claro y vio el puente de flores. Era aún más hermoso de lo que imaginaban. Está lleno de colores vibrantes y un aroma que los hizo sentir felices.

"¡Lo logramos! ¡Miren qué emocionante!" gritó Rayo, rebotando de felicidad.

"Justo lo que necesitábamos después de tantos desafíos," dijo Patita, satisfecho.

Comenzaron a saltar y jugar entre las flores. Estaban felices y orgullosos de haber llegado, pero notaron que algo no estaba bien.

"¿Por qué el puente se ve triste?" preguntó Alma al observar que algunas flores no estaban tan brillantes.

"Tal vez necesiten agua," sugirió Pico.

Así que, decidieron ayudar a las flores. Con el agua que habían recolectado antes de cruzar el río, regaron las flores mientras cantaban. Poco a poco, el puente cobró vida de nuevo, la música del bosque parecía alegrarse junto con ellos porque el lugar les llenó el corazón de amor.

"Gracias, amigos. No solo llegamos a nuestro destino, sino que hicimos una gran obra de bien," dijo Cola, tocándose la cola felizmente.

"¡Eso es la verdadera aventura!" respondió Patita.

Al final del día, ya de vuelta en casa, sabían que lo más valioso no era solo haber logrado llegar al puente, sino todos los riesgos y retos superados juntos, ayudando a otros en el camino. Se despidieron entre abrazos de su lugar de aventura dio un gran respiro respecto a lo que habían aprendido.

Y así, Cola y Patita nunca olvidaron que juntos podían lograr lo que se propusieran, y que la verdadera amistad y generosidad son los más grandes tesoros del bosque.

FIN.

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