La Gran Aventura de Cotorra y sus Amigos



Un día soleado en el bosque, Cotorra, una alegre y carismática ave que soñaba con ser cantante, decidió que era hora de hacer su primer recital. Sabía que su voz era hermosa y que podía llenar de alegría a todos los animales. Sin embargo, había un pequeño problema: ¡no tenía un micrófono!

Mientras volaba por el bosque, se encontró con Popon, un guacamayo parlanchín conocido por sus historias increíbles.

"¡Hola, Cotorra! ¿A dónde vas con tanta prisa?" -preguntó Popon.

"¡Hola, Popon! Voy a dar mi primer concierto, pero necesito un micrófono para que todos me escuchen. ¿Sabés dónde puedo encontrar uno?" -respondió Cotorra, un poco desanimada.

"Yo creo que no se necesita un micrófono para que tu voz brille. ¿Por qué no le pedimos ayuda al Árbol de Ceiba? Siempre tiene buenos consejos" -sugirió Popon mientras extendía sus alas.

"¡Buena idea!" -exclamó Cotorra, sintiendo que la esperanza regresaba a su pecho. Juntos, los dos amigos volaron hacia el majestuoso Árbol de Ceiba, que se elevaba imponente en el centro del bosque.

Al llegar, Cotorra y Popon se acercaron y le dijeron:

"¡Hola, Árbol de Ceiba! Venimos a pedirte ayuda para mi recital. Necesito un micrófono para que todos me escuchen por igual".

El Árbol de Ceiba sonrió, sus hojas brillaban con la luz del sol y su voz resonaba como un eco en el aire.

"Queridos amigos, un micrófono puede ayudar, pero la verdadera magia reside en ti, Cotorra. Si cantás con el corazón, todos te escucharán sin importar dónde estés. ¡Confía en ti misma!" - respondió el árbol sabio.

"Tenés razón, Árbol de Ceiba. Debo cantar con todo mi ser. Pero aún falta un lugar para el recital. ¿Dónde puedo hacerlo?" - dijo Cotorra, sintiéndose motivada.

"Hay un claro cerca del río, donde el sol brilla y los sonidos de la naturaleza son los mejores acompañantes. Allí podrás cantar y todos los animales vendrán a escucharte" - sugirió El Árbol de Ceiba.

Emocionada, Cotorra voló junto a Popon al claro, y comenzaron a invitar a todos los animales.

El día del recital, la energía era palpable. Los conejos, ciervos, ardillas y hasta los pájaros más tímidos se reunieron alrededor del claro.

"¡Bienvenidos a mi primer recital!" - gritó Cotorra, llena de emoción y un poco nerviosa.

Popon, al lado de ella, empezó a animar al público.

"¡Vamos Cotorra, mostrales lo que tenés!" - exclamó con entusiasmo.

Cuando Cotorra comenzó a cantar, su voz dulce comenzó a fluir como el río. Todos los animales se quedaron en silencio, hipnotizados por su talento.

"¡Bravo! ¡Eres increíble!" - gritó una ardilla mientras movía su colita de felicidad.

Cotorra sintió que la confianza crecía en su pecho.

Después de su primera canción, Cotorra se sintió más segura y siguió cantando. Los animales aplaudían, algunos incluso bailaban al ritmo de su melodía.

Sin embargo, de repente, nubes oscuras comenzaron a cubrir el cielo. Un fuerte viento sopló, y algunas ramas comenzaron a moverse rápidamente.

"¿Qué está pasando?" - preguntó Cotorra, asustada.

"¡Tranquila! Creemos que podemos hacer esto juntos!" - alentó Popon.

Entonces, el Árbole de Ceiba, que seguía observando desde lejos, levantó su voz:

"¡Animales, ayuden a Cotorra! ¡Canten juntos! La unión hace la fuerza!"

Los animales comenzaron a unirse y, de repente, fue un coro de voces animadas. Juntos, cantaron con todas sus fuerzas hasta que las nubes comenzaron a separarse y el sol volvió a brillar.

Cotorra, sorprendida por el apoyo, sintió el poder de la amistad y la colaboración.

Cuando terminaron su actuación, estallaron en aplausos y vítores.

"¡Cotorra, sos una estrella!" - gritó Popon, orgulloso de su amiga.

"No sería la misma sin ustedes. ¡Gracias por unirse a mí!" - contestó Cotorra, con una sonrisa que iluminaba su rostro.

Ese día, Cotorra no solo aprendió sobre la confianza en sí misma, sino también sobre la importancia de la amistad y la unión. Desde entonces, se convirtió en la cantante más querida del bosque, recordando siempre que no se necesita un micrófono para que el corazón cante fuerte.

Y así, todos en el bosque vivieron felices, sabiendo que la verdadera música estaba en compartir momentos juntos.

FIN.

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