La Gran Aventura de D y B



En un colorido abecedario donde las letras vivían felices y en armonía, había dos letras muy especiales: la D y la B. Estas dos letras eran inseparables y compartían un espíritu aventurero que siempre las llevaba a explorar nuevos horizontes. Un día, mientras jugaban cerca del Rincón de las Palabras, D dijo:

- Mirá, B, creo que hoy es el día perfecto para una aventura. ¡Podríamos buscar la Palabra Perdida!

- ¡Sí! ¡Vamos a buscarla! Pero, ¿dónde se puede encontrar? - respondedió B, con los ojos brillantes de emoción.

D y B decidieron comenzar su búsqueda por el sendero que llevaban las letras viajeros, un sendero lleno de letras amigas como la A, la C y la E. En su camino, se encontraron con la A, quien estaba haciendo una hermosa corona de flores.

- ¡Hola, A! - saludó D. - ¿Has oído hablar de la Palabra Perdida?

- ¡Hola, amigos! Sí, he escuchado que se encuentra en el Bosque de las Frases, pero es un lugar misterioso, ¡muchas letras se han perdido allí! - dijo A, preocupada.

- No nos detendremos, ¡somos aventureras! - exclamó B, llena de entusiasmo.

Así que D y B continuaron su camino, dejando atrás el Rincón de las Palabras. A medida que avanzaban, el sendero se tornaba más incierto y las sombras de los árboles creaban formas curiosas. De repente, escucharon un susurro en el aire.

- ¿Escuchaste eso? - preguntó D, deteniéndose en seco.

- Sí, parece que alguien necesita ayuda - contestó B, mirando alrededor.

Siguiendo el sonido, descubrieron a la letra F atrapada en una enredadera que la había inmovilizado.

- ¡Ayuda! - gritó F. - No puedo salir. ¡Por favor!

- No te preocupes, F. ¡Nosotros te ayudaremos! - dijo D con determinación.

B se acercó a la enredadera y comenzó a desenredar las hojas.

- ¡Listo! ¡Ahora! - dijo D, mientras tiraban de F para liberarla.

- ¡Gracias! ¡Ustedes son unas valientes! - exclamó F, emocionada.

- No hay de qué. ¿Te gustaría acompañarnos a buscar la Palabra Perdida? - preguntó B.

- ¡Claro que sí! - respondió F, entusiasmada.

Juntas, las tres letras siguieron el camino hacia el Bosque de las Frases. Pero cuando llegaron, se encontraron con una gran puerta de palabras que decía: “Para entrar, deben formar una oración”. Las letras se miraron intrigadas.

- ¿Qué hacemos? - preguntó D.

B pensó por un momento y dijo:

- ¿Y si decimos "D y B son amigos aventureros"? Suena muy bien.

Las letras se unieron y formaron la oración con sus cuerpos. La puerta de palabras se abrió lentamente, revelando un bosque mágico lleno de letras bailarinas y frases encantadas.

- ¡Guau! - exclamó F. - Este lugar es increíble.

Las letras comenzaron a explorar el bosque lleno de sonidos y colores. Sin embargo, cuando pasaron un tiempo, la aventura dio un giro inesperado. Se dieron cuenta de que no podían volver a encontrar la salida.

- ¿Qué haremos ahora? - preguntó D, un poco desesperada.

- No podemos rendirnos. Tal vez deberíamos preguntarle a alguna letra del bosque - sugirió B.

Entonces vieron a la letra G, que estaba cantando una melodía alegre.

- ¡Hola, G! ¿Podrías ayudarnos a encontrar la salida del bosque? - preguntó F.

- Claro, pero primero deben ayudarme a cantar esta canción - respondió G, sonriendo.

D, B y F se animaron y se unieron a G, cantando juntos hasta que la música llenó todo el bosque. En ese momento, las letras del bosque comenzaron a danzar y, como por arte de magia, un camino se iluminó.

- ¡Miren! - gritó B. - ¡El camino de salida!

- ¡Vamos! ¡No tenemos tiempo que perder! - exclamó D con emoción. Juntas, las cuatro letras corrieron por el camino iluminado. Al salir finalmente del bosque, encontraron un nuevo horizonte lleno de maravillas.

- ¡Lo logramos! - gritaron al unísono.

Decidieron que la Palabra Perdida no era tan importante después de todo. Habían formado valiosas amistades, ayudado a otros y disfrutado su gran aventura.

- ¿Y si creamos nuestra propia palabra, la que simbolice nuestra amistad y aventura? - sugirió F.

- ¡Sí! ¿Qué tal —"Aventuras" ? - propuso B.

- ¡Perfecto! - dijo D. - La palabra —"Aventuras"  siempre nos recordará nuestras vivencias juntas.

Desde ese día, D, B y F se convirtieron en las mejores amigas aventureras, explorando juntos cada rincón del abecedario. Y así, el abecedario nunca volvió a ser aburrido, porque siempre había algo nuevo por descubrir. Siempre listas para la próxima aventura, D y B sabían que lo más importante no era encontrar la Palabra Perdida, sino disfrutar del camino y la compañía de sus amigos.

Y colorín colorado, esta aventura ha terminado.

FIN.

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