La Gran Aventura de Feli Cortes y Feli Tula



Era un hermoso día de primavera en el barrio de Villa Alegre. El sol brillaba y los pájaros cantaban mientras dos chicos, Feli Cortes y Feli Tula, se preparaban para jugar su partido de fútbol en el parque.

"¡Vamos, Feli Tula! ¡Hoy tenemos que ganar!" - exclamó Feli Cortes, llenándose de energía.

"Sí, ¡no puedo esperar a jugar!" - respondió Feli Tula sonriendo.

El juego comenzó y todos los chicos del barrio estaban emocionados. Feli Tula driblaba como un experto, su habilidad para manejar el balón era admirada por todos. Pero, en un momento del partido, mientras intentaba hacer un giro espectacular, se tropezó y cayó al suelo.

"¡Ay!" - gritó Feli Tula, agarrándose la pierna dolorido.

Feli Cortes corrió hacia él inmediatamente.

"¿Qué pasó, amigo?" - preguntó preocupado.

"Me torcí el tobillo..." - dijo Feli Tula, intentando levantarse.

El árbitro del partido, un chico mayor que ellos, se acercó.

"¿Necesitas ayuda, Feli Tula?" - le preguntó con voz amable.

"Sí, creo que tengo que sentarme. No puedo seguir jugando" - respondió con tristeza Feli Tula.

Feli Cortes miró a su amigo, sintiendo que algo dentro de él se apretaba. Siempre habían jugado juntos y no podía imaginar el partido sin él.

"No te preocupes, yo jugaré por los dos" - le dijo con determinación.

Feli Tula sonrió débilmente mientras su amigo se acercaba a la línea de juego. Se sentó en la tribuna, el corazón lleno de orgullo y preocupación. Mientras el partido continuaba, Feli Cortes corría de un lado a otro, luchando por mantener el marcador a favor del equipo.

Sin embargo, el equipo contrario comenzó a jugar mucho mejor y, de a poco, se acercaron a la portería de Feli Tula y Feli Cortes. Cuando estaban a punto de marcar un gol, Feli Cortes logró interceptar el balón y, en un acto de inspiración, decidió improvisar.

"¡Feli Tula, mira!" - gritó, levantando la vista hacia donde su amigo se encontraba en la tribuna.

Feli Tula, al ver la entrega de su amigo, sintió una ola de energía. Desde la tribuna, comenzó a animarlo.

"¡Vamos, Feli! ¡Dale con todo!" - exclamaba, golpeando la banca de la tribuna.

Y así fue como, invadido por el ánimo de su compañero, Feli Cortes dribló a dos oponentes y, justo cuando llegó a la portería, disparó: ¡gol! El balón entró con un hermoso arco. Todos los chicos gritaron de alegría.

"¡Bien, Feli! ¡Vamos, todavía!" - gritó Feli Tula, aunque su pie le dolía.

Pero pronto, el otro equipo no se rindió y logró empatar el partido. El tiempo corría y cada segundo parecía un minuto. La ansiedad crecía, tanto entre los jugadores como entre los espectadores.

Feli Tula, sintiéndose un poco triste porque no podía jugar, tuvo una idea brillante.

"¡Feli! ¡Recuerda lo que hablamos ayer sobre trabajar en equipo!" - le gritó desde la tribuna.

"¡Juega para el equipo, no solo para ti mismo!"

Feli Cortes entendió perfectamente el mensaje y, con renovada energía, comenzó a pasar el balón a sus compañeros, quienes respondieron de inmediato. Juntos, trabajaron como una máquina bien engrasada, haciendo movimientos rápidos y estratégicos.

Finalmente, con solo un minuto para que terminara el partido, Feli Cortes recibió un pase perfecto y, con una valentía desbordante, avanzó hacia la portería nuevamente.

"¡Es nuestra oportunidad!" - le gritó a sus compañeros.

Y, tras un último esfuerzo, Feli Cortes disparó nuevamente: ¡gol! El estadio estalló de alegría, y todos los chicos estaban emocionados.

Pero no fue solo un gol de Feli Cortes, fue el resultado del apoyo de su amigo y todo el equipo.

"¡Lo logramos! ¡Ganamos!" - gritó Feli Tula desde la tribuna, sintiéndose increíblemente feliz por su amigo.

Al finalizar el partido, los chicos corrieron hacia donde estaba Feli Tula.

"¡Lo hiciste increíble! ¡Fue un gran partido!" - le dijo uno de sus amigos.

"No, no, deberías agradecer a Feli Cortes. Sin él, no hubiéramos ganado" - contestó Feli Tula, sonriendo ampliamente.

Feli Cortes se acercó y le dio un abrazo a Feli Tula.

"Gracias a vos, amigo. Tu apoyo me dio fuerzas para jugar mejor" - dijo emocionado.

Y así, esa tarde dejaron de lado las frustraciones y celebraron una victoria en su corazón, recordando que, a veces, las cosas no salen como uno espera, pero siempre hay una oportunidad para brillar, aun en los momentos difíciles. La amistad y el trabajo en equipo siempre hacen la diferencia.

FIN.

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