La Gran Aventura de Iguanita
Había una vez en la cálida selva que rodeaba un hermoso lago, una pequeña iguana llamada Iguanita. Ella era curiosa y aventurera, pero había un problema: no podía encontrar a su papá. Siempre que lo buscaba, él parecía estar en el lugar más inimaginable. Iguanita se sentía triste, porque extrañaba mucho a su papá.
Un sábado soleado, decidió que era el día perfecto para encontrarlo. "Hoy lo voy a encontrar, ¡seguro!"- se dijo a sí misma mientras se preparaba para la aventura. Con una gran determinación, se adentró en la selva.
Iguanita pasó por el gran árbol de mango donde jugaba a menudo. Al llegar, se encontró con sus amigos, los monos.
"Hola, Iguanita. ¿A dónde vas tan apurada?"- preguntó Moni, la más traviesa de los monos.
"Voy a buscar a mi papá. ¿Lo han visto?"- respondió Iguanita.
Los monos se miraron entre sí y Moni dijo: "No lo hemos visto hoy, pero te podemos ayudar a buscarlo. ¡Vamos!"-
Así que Iguanita y sus amigos comenzaron a recorrer la selva. Pasaron por ríos, arbustos y flores coloridas. Pero cada vez que preguntaban, nadie parecía saber dónde estaba el papá de Iguanita. Al tiempo que avanzaban, Iguanita se sentía un poco desanimada. Pero no se dio por vencida.
De repente, escucharon un gran ruido que venía de la cima de una colina. "¿Qué será eso?"- preguntó Iguanita intrigada. Los amigos decidieron investigar.
Al llegar a la cima, encontraron a un grupo de animales: elefantes, pájaros y hasta un tigre, que estaban tratando de ayudar a un pequeño ciervo que había caído en un arbusto espinoso. Iguanita, movida por la solidaridad, decidió ayudar.
"¡Yo puedo ayudar!"- exclamó Iguanita, que se acercó con cuidado.
"Pero, Iguanita, ¿no estabas buscando a tu papá?"- le preguntó uno de los pájaros.
"¡Sí, pero también puedo ayudar!"- respondió con una sonrisa, y comenzó a trabajar con los demás para liberar al ciervo. Después de un rato de esfuerzo, lograron sacar al pequeño animal de su apuro. Todos se llenaron de alegría, y el ciervo les agradeció con un brillo en los ojos.
"Gracias, Iguanita. Ahora entiendo que a veces, al ayudar a otros, también encontramos lo que buscamos"- dijo el ciervo emocionado.
Con una nueva chispa de esperanza, Iguanita y sus amigos continuaron su búsqueda. Sin embargo, la tarde llegó y el sol empezó a ocultarse. Iguanita sintió un nudo en la garganta por no haber encontrado a su papá. Se sentó bajo un árbol y se sintió un poco triste.
De repente, sintió una sombra sobre ella y levantó la vista. ¡Era su papá! Estaba ahí, preocupado, pero feliz de ver a su hija.
"Iguanita, ¡te he estado buscando por toda la selva!"- exclamó su papá aliviado.
"Papá, pensé que nunca te encontraría. Me perdí durante un tiempo, pero hice muchos amigos y ayudé a un ciervo en apuros"- dijo contenta Iguanita.
"Lo sé, vi cómo ayudabas desde lejos. Estoy tan orgulloso de ti. Recuerda, siempre habrá aventuras y no hay que tener miedo de pedir ayuda y hacer amigos en el camino"- le dijo su papá con amor.
Iguanita abrazó a su papá con fuerza y se sintió feliz de haberlo encontrado. Agradecida por la lección aprendida, prometió no solo buscar a su papá sino también ayudar a otros siempre que pudiera.
Así, Iguanita y su papá regresaron a casa juntos, mientras los amigos monos los seguían riendo. Y en el camino, Iguanita se dio cuenta de que, aunque a veces te sientas perdido, siempre puedes encontrar tu camino, especialmente si eliges ayudar a quienes te rodean.
FIN.