La Gran Aventura de Jesús y sus Padres
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Nazaret, un niño lleno de curiosidad y aventuras llamado Jesús. Jesús vivía con sus amorosos padres, María y José, quienes siempre lo alentaban a explorar el mundo y aprender algo nuevo cada día.
Un soleado día, mientras jugaba en el patio de su casa, Jesús se acercó a su mamá.
"Mamá, quiero saber más sobre las estrellas. ¿Por qué brillan en el cielo?"
María sonrió y le dijo:
"Las estrellas son como pequeñas lamparitas que nos iluminan la noche. Pero, ¿por qué no vamos a verlas de cerca?"
Intrigado por la idea, Jesús se emocionó. Así que esa misma noche, prepararon una pequeña mochila con una manta y algo de comida, y partieron hacia el cerro cercano con José.
Mientras subían, Jesús miraba hacia el cielo lleno de estrellas.
"Papá, ¿hay personas viviendo en las estrellas?"
José, riéndose, respondió:
"No, hijito, las estrellas están muy, muy lejos. Pero quizás hay otras formas de vida en el universo. Eso es algo que debemos descubrir juntos."
Al llegar a la cima del cerro, Jesús encontró un lugar perfecto, se sentaron en la manta y comenzaron a observar el firmamento. De repente, un gran cometa cruzó el cielo.
"¡Wow! ¡Miren eso!"
Exclamó Jesús, fascinado.
"¿Qué era eso?"
María explicó:
"Eso fue un cometa, Jesús. Ven, voy a contarte una historia sobre los cometas. La gente dice que traen buenos deseos. ¿Tú qué desearías?"
Jesús pensó un momento y dijo:
"Deseo que todos los niños del mundo puedan jugar y aprender como yo."
Al escuchar esto, sus padres se miraron con orgullo.
"¡Esa es una gran meta!"
Dijo José.
"¿Y cómo piensas ayudar a esos niños?"
Jesús, con una gran idea en su mente, respondió:
"Podemos hacer un club donde cada uno hable sobre sus sueños. Tal vez así podamos ayudar a las personas."
María y José sonrieron, contentos de ver la creatividad de su hijo. Esa noche, mientras regresaban a casa, comenzaron a planear el club de sueños.
Al día siguiente, Jesús llamó a sus amigos del barrio con gran entusiasmo.
"¡Hola a todos! Quiero hacer un club para que cada uno comparta sus sueños. ¿Qué dicen?"
Los amigos se miraron entre sí.
"¿Un club? ¿Y qué haremos?"
Preguntó Ana, la amiga más curiosa.
"Contaremos nuestras ideas y trataremos de hacerlas realidad. ¡Podemos ser un gran equipo!"
Dijo Jesús.
Los chicos se entusiasmaron y decidieron reunirse en la plaza del pueblo.
El primer día del club, cada niño compartió su sueño.
"Yo quiero ser un gran artista," dijo Mateo.
"Yo quiero ser un corredor y ganar medallas," dijo Lucas.
"Yo quiero aprender a tocar la guitarra," dijo Sofía.
"Yo quiero que todos tengamos juguetes para jugar juntos," agregó Jesús.
Con cada historia, el grupo se fue iluminando de ideas. María y José decidieron ayudarles a cumplir esas metas.
"Podemos hacer actividades donde cada uno enseñe a los demás lo que sabe," propuso María.
Así, organizaron días de trabajo en equipo: Mateo pintaba murales, Lucas hacía carreras, Sofía enseñaba canciones, y Jesús se aseguraba de que todos se sintieran incluidos y felices.
Sin embargo, un día se presentó un desafío. Un nuevo chico llegó al barrio, se llamaba Tomás y era muy tímido. Al principio, no quería unirse al club.
"No sé jugar ni tengo sueños como ustedes," dijo Tomás, mirando al suelo.
Jesús se acercó a él y, con una sonrisa, le dijo:
"No importa, Tomás. ¡Hoy estábamos buscando un nuevo amigo! Puedes contarnos cualquier cosa que te guste. No hay sueños pequeños o grandes, todos son importantes. ¿Te gustaría compartir algo con nosotros?"
Tomás pensó un momento y dijo,
"Me gusta dibujar, pero no soy bueno en eso."
"¡Eso es genial!" Exclamó Sofía.
"Podemos hacer un día de arte y tú podrías guiarnos en eso!"
Poco a poco, Tomás comenzó a participar y encontró un lugar en el club. La magia de la amistad y el trabajo en equipo se fortaleció, llenando el ambiente de alegría.
Con el tiempo, el club de Jesús se convirtió en un lugar donde todos compartían sus sueños y se ayudaban mutuamente para hacerlos realidad. Los niños aprendieron que, juntos, podían enfrentar cualquier desafío y que los sueños eran posibles de alcanzar, siempre que trabajaran en equipo.
María y José, al ver todo lo que habían logrado, sintieron un profundo orgullo por su hijo.
"Lo has hecho muy bien, Jesús. Has enseñado a tus amigos sobre la amistad y la colaboración, y a nunca rendirse."
"Gracias, mamá y papá. Pero todo esto fue un esfuerzo en equipo. A veces solo hay que dar el primer paso y en grupo todo se vuelve mucho más fácil."
Y así, bajo el brillo de las estrellas que una vez los inspiraron en aquel cerro, Jesús y sus amigos siguieron compartiendo sueños y aventuras, llevando su mensaje de alegría y unión a cada rincón del pueblo. Todos aprendieron que juntos, podían crear un mundo mejor lleno de sueños cumplidos.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.