La gran aventura de Juan, Benjamin y el patito perdido



Había una vez un pequeño pollito llamado Juan, que vivía en una granja rodeado de otros animales. Pero a diferencia de ellos, Juan no tenía una familia con la cual compartir su vida.

Todos los días miraba cómo las gallinas cuidaban y protegían a sus pollitos, mientras él se sentía solo y triste. Un día, mientras paseaba por el campo en busca de compañía, Juan escuchó unos ruidos extraños provenientes de un arbusto cercano.

Se acercó sigilosamente y descubrió a un conejito atrapado entre las ramas. - ¡Hola! ¿Necesitas ayuda? - preguntó Juan preocupado. - Sí, estoy atrapado aquí y no puedo salir - respondió el conejito con voz temblorosa.

Sin pensarlo dos veces, Juan usó su pico para abrir paso entre las ramas y liberar al conejito. Este último estaba muy agradecido por la ayuda recibida. - Gracias por salvarme. Soy Benjamín, ¿cómo te llamas tú? - Soy Juan - contestó el pollito sonriendo-.

Parece que nos hemos encontrado en el momento justo. Así comenzó una hermosa amistad entre el pollito Juan y el conejito Benjamín. Juntos exploraron cada rincón del campo y compartieron muchas aventuras divertidas.

Una tarde soleada, mientras jugaban cerca del estanque, vieron algo flotando en el agua. Era un patito que parecía estar perdido y asustado. - ¡Vamos a ayudarlo! - exclamaron al mismo tiempo Juan y Benjamín.

Con mucho esfuerzo lograron sacar al patito del agua y consolarlo. - Hola, soy Patito. Me he separado de mi familia y no sé cómo volver con ellos - dijo el patito entre sollozos. Los tres amigos se miraron y supieron que debían ayudarlo.

Juntos emprendieron un viaje en busca de la familia del patito, recorriendo bosques, montañas y ríos. Después de mucho caminar, llegaron a un hermoso lago donde encontraron a una pareja de patos muy preocupados.

- ¡Patito! ¡Hijo mío! ¿Dónde has estado? ¡Te hemos buscado por todas partes! - exclamó emocionada la mamá pata al ver a su pequeño. El pollito Juan, el conejito Benjamín y el patito Patito se abrazaron felices al ver que habían logrado reunir a la familia.

Los padres del patito estaban tan agradecidos con Juan y Benjamín que les ofrecieron quedarse junto a ellos en el lago. - Será maravilloso tenerlos como parte de nuestra familia - dijo la mamá pata sonriendo tiernamente.

Desde aquel día, Juan encontró una nueva familia donde se sentía amado y protegido. Aprendió que no importa si no tienes una familia biológica, siempre puedes encontrar amor y compañía en otros seres especiales que te rodean.

El pollito Juan comprendió que había hecho algo grandioso al ayudar al conejito Benjamín y al pato Patit

FIN.

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