La Gran Aventura de Juanito el Inventor
Había una vez, en un pequeño barrio de Buenos Aires, un niño llamado Juanito. Juanito era un niño muy ingenioso y siempre estaba ideando nuevas formas de hacer las cosas, aunque a veces, se le iba un poco la mano. Un día, su maestra, la señorita Laura, le había dejado una tarea muy importante: hacer un dibujo sobre su familia y escribir un pequeño párrafo sobre cada uno de ellos.
"Esto es muy aburrido", se quejaba Juanito, mientras miraba su hoja en blanco.
Era un hermoso día soleado, y lo único que quería era salir a jugar al fútbol con sus amigos. Así que, en lugar de hacer su tarea, decidió que tenía que encontrar la forma más ingeniosa de evitarla.
Esa tarde, Juanito se puso su gorro de inventor y comenzó a generar ideas.
"¡Ya sé!" exclamó. "Voy a inventar un proyector mágico que dibuje por mí...".
Corrió al garage de su casa y empezó a juntar materiales: una caja de cartón, algunas luces de colores que encontró en el fondo de un placard, y su viejo teléfono. Después de horas de trabajo, logró armar una estructura que podía proyectar imágenes.
"¡Mirá mamá, ahora puedo hacer dibujos sin ensuciarme las manos!" le dijo Juanito a su madre, que lo miraba con una mezcla de sorpresa y preocupación.
El proyector funcionaba, pero solo mostraba luces y formas extrañas. Las imágenes no se parecían en nada a su familia. Juanito sintió que había fracasado, pero no se iba a rendir tan fácilmente.
"Tal vez si le pongo una voz mágica, me ayude a contar la historia por mí" pensó. Y así, buscó un micrófono y grabó un relato divertido sobre una familia de extraterrestres que venían a jugar al fútbol.
Al día siguiente, Juanito llevó su proyector y su micrófono a la escuela, emocionado por presentarlo. Cuando hizo su presentación, todos los compañeros se reían y disfrutaban de la historia, pero la señorita Laura no estaba muy convencida.
"Juanito, eso estuvo muy divertido, pero no es la tarea que te dejé. ¿Dónde está tu dibujo de tu familia?" preguntó la maestra.
Juanito se quedó helado. Se había divertido tanto que había olvidado lo más importante. Entonces, la señorita Laura le mostró cómo hacer un dibujo rápido y agradable de su familia. Ella le explicó que no siempre se trata de encontrar formas de evitar las tareas, sino de hacerlas de la mejor manera posible, incluso si parece aburrido al principio.
Aquel mismo día, Juanito se sentó con su hoja y, con la ayuda de la señorita, logró hacer un hermoso dibujo.
Al final, le gustó tanto que también quiso contar la historia a sus amigos.
"¡Miren chicos! ¡Así es mi familia!" dijo entusiasmado, mostrando su trabajo en lugar de ocultarlo detrás de inventos.
Desde aquel día, Juanito aprendió que no había nada de malo en hacer las tareas, y que a veces, la mejor forma de desenvolverse era enfrentar los retos con creatividad y alegría. Y aunque siguió inventando cosas, siempre se aseguraba de completar sus tareas primero.
Y así, Juanito vivió muchas más aventuras, pero ya no se olvidó de la importancia de hacer lo que debía. Y cada vez que se sentía un poco cansado de las tareas, recordaba aquel día y sonreía, porque había encontrado su propia manera de ser un niño feliz e ingenioso.
FIN.