La Gran Aventura de la Amistad
En un colorido jardín de infantes, donde las risas resonaban y los juegos nunca paraban, había un niño llamado Luca. Con sus cinco años, era conocido por su gran sonrisa y su corazón amable. Un día, sus maestros anunciaron que dos nuevos compañeros se unirían a la clase: Nico y Ana.
Luca sintió emoción. No obstante, también pudo ver en los ojos de Nico y Ana una sombra de nerviosismo. Mientras los demás niños jugaban alegres, ellos permanecían un poco apartados. Luca decidió que era hora de actuar.
"¡Hola! Soy Luca. ¿Quieren ser mis amigos?" - les dijo con una sonrisa radiante.
Nico, que era un poco más tímido, respondió casi en un susurro: "Hola..."
Ana, un poco más osada, dijo: "No sé si podemos jugar. A veces... no encajamos."
Luca, sin dejar que eso lo desanime, les respondió: "¡Por supuesto que pueden! A todos nos gusta jugar y somos diferentes, eso nos hace únicos. Vengan, les mostraré el juego del escondite. ¡Es muy divertido!"
Así comenzaron a jugar. Luca se aseguraba de que todos tuvieran su turno y nunca dejaba a nadie afuera. Pero después de varias rondas, se dieron cuenta de que no todos estaban tan cómodos. Ana comentó: "A veces, me siento sola, como si no supiera cómo jugar bien."
Luca la miró con atención. "¡Eso no importa! Lo importante es que estamos juntos y podemos aprender unos de otros. Yo no sabía jugar al escondite muy bien al principio. Hay que practicar. ¿Qué les parece si jugamos juntos y nos enseñamos?"
Ana sonrió y dijo: "Eso suena genial."
Después de jugar un rato, hicieron una pausa para descansar bajo un frondoso árbol. Allí, Luca compartió cómo a él también le costaba algunas cosas. "A veces, me da miedo hablar frente a la clase. Pero sé que si lo intento, siempre puedo hacerlo mejor."
Nico, que había escuchado con atención, se armó de valor y dijo: "Yo, también tengo dificultades. Nos mudamos mucho y nunca sé si seré aceptado. A veces me siento un poco solo."
Luca le respondió, "¡Entiendo! Pero mira, ahora somos amigos y hemos creado un nuevo juego. ¡Podemos ayudarnos mutuamente! ¿Qué les parece si hacemos un club de amigos?"
Ana se entusiasmó. "Sí, ¡un club de amigos donde todos son bienvenidos!"
Con ese nuevo plan en mente, los tres niños se pusieron a crear un club. Hicieron carteles, dibujaron colores y decidieron que la única regla era ser amables y respetuosamente inclusivos.
Sin embargo, no todos los niños del jardín estaban dispuestos a unirse a su club. Un grupo de niños que siempre jugaba entre ellos miró con desdén. "No necesitamos a los nuevos, ya tenemos nuestra propia diversión."
Luca, en lugar de desanimarse, se acercó al grupo. "Hola, ¿quieres unirte a nuestro club de amigos? Todos son bienvenidos, ¡la amistad se comparte!"
Algunas risas burlonas exploraron el ambiente. "No queremos jugar con ustedes, son diferentes."
Luca sonrió con firmeza. "Pero jugar juntos enfatica nuestra diversidad. ¡Saquemos lo mejor de cada uno! ¿Y si hacemos una competencia de juegos? Pueden demostrar que son los mejores, y nosotros también. ¡Así podremos jugar juntos!"
Sorprendidos por la respuesta de Luca, los otros niños aceptaron de mala gana. La competencia comenzó, y todos se divirtieron: rieron, corrieron, se apoyaron unos a otros y, por primera vez, comenzaron a ver las diferencias de una manera increíblemente positiva.
Al final del día, mientras todos se sentaban en círculo, las risas resonaron. Los niños, ya no tan separados, comenzaron a compartir historias y experiencias.
"No pensé que fuera tan divertido jugar con todos", dijo uno de los niños del grupo excluyente.
Luca, sonriendo, agregó: "La amistad se construye cuando somos abiertos y amables. ¡Gracias a todos por ser parte del club!"
Y así, el jardín de infantes se llenó de color, risas y respeto. Luca, Nico y Ana, junto a sus nuevos amigos, aprendieron que incluso los días difíciles pueden girar hacia algo hermoso, si se trata de inclusión y amistad. ¡Y así nacía el Club de Amigos de Luca, lleno de aventuras y risas, donde todos eran bienvenidos!
FIN.