La Gran Aventura de la Cabeza, los Ojos y la Nariz
Era un día soleado en el cuerpo de Pablo, un niño muy curioso que disfrutaba descubrir el mundo que lo rodeaba. Dentro de su cabeza, la Cabeza, que se sentía muy orgullosa de su trabajo, pensaba con ansiedad:
"Hoy será un gran día para aprender algo nuevo".
Los Ojos, siempre emocionados, se asomaron desde sus órbitas con un resplandor especial.
"¡Mirá, mirá! Se vienen cosas interesantes. Tengo muchas ganas de ver nuevos colores y formas hoy!" dijeron juntos, moviéndose con ilusión.
La Nariz, un poco más tímida, se unió a la conversación.
"Sí, sí, pero no se olviden de sentir los olores. Es una parte importante de nuestra aventura".
Así, los tres se prepararon para salir del cuerpo de Pablo. Primero, llegaron al jardín. La Cabeza, emocionada, le dijo a los Ojos:
"Mirá esos hermosos girasoles. ¿Qué colores ves?"
"¡Amarillo y verde!", respondieron los Ojos, parpadeando de alegría.
De repente, la Nariz se emocionó al sentir un olor muy dulce,
"¡Mmm, eso huele a flores!"
"¡Exacto!", dijo la Cabeza,
"Y no solo eso, también siento que podemos aprender sobre cómo cuidar nuestro jardín".
Mientras caminaban, se encontraron con algunos niños que jugaban.
"¡Hola!", saludó la Cabeza.
"¿Qué están haciendo?"
"¡Estamos plantando semillas!", respondieron los niños. La Cabeza, intrigada, se enteró sobre la importancia de las plantas.
"¡Qué interesante! Las plantas son fundamentales para nuestro mundo y nos dan aire puro"
"Sí", agregó la Nariz,
"y tienen olores distintos que nos hacen sentir bien".
Luego, los Ojos notaron un arcoíris formado después de un leve chaparrón.
"¡Mirá! En el cielo hay un arcoíris. Es una maravilla ver tantos colores juntos".
La Cabeza pensó en cómo cada color tenía su propio significado.
"Cada color puede hacernos sentir algo distinto. Por ejemplo, el azul es tranquilo, y el rojo nos da energía".
De repente, la Cabeza tuvo una idea.
"¿Por qué no hacemos un juego? Podemos intentar encontrar cosas de cada color en este lugar!"
Así, comenzaron su búsqueda con entusiasmo.
"Veo una flor roja", dijo la Nariz,
"y huele muy bien también!".
"Yo veo un árbol verde detrás de esos niños", agregó la Cabeza, feliz de participar.
Pero, de repente, escucharon un llanto triste. n"¿Qué pasó?", se preguntó la Cabeza.
Los tres se acercaron y vieron a un niño que había perdido su pelotita.
"No te preocupes", le dijo la Cabeza con consuelo,
"Vamos a ayudarte a encontrarla".
Los Ojos escaneaban el área.
"¡Ahí está!", gritaron al unísono,
"¡Bajo el arbusto!".
La Nariz, con su sentido agudo, ayudó a guiarlos entre las flores.
"Siento que está aquí, cerca de ese olor fresco".
Después de un rato, encontraron la pelotita.
"Aquí fue donde se escondió", dijo la Cabeza con satisfacción.
El niño sonrió, lleno de alegría y gratitud.
"¡Gracias, amigos! Ustedes son los mejores!"
La Cabeza, los Ojos y la Nariz se sintieron felices al ayudar y aprender del juego y la colaboración.
"Hoy hemos aprendido sobre colores, olores y, sobre todo, la importancia de ayudar a los demás", concluyó la Cabeza.
"¡Y a ver todo lo bello que nos rodea!", agregó emocionado los Ojos.
"¡Y cómo sentir los aromas que nos acompañan!", dijo la Nariz.
Y así, Pablo volvió a casa con una gran sonrisa, lleno de nuevos aprendizajes que habría de recordar siempre.
Desde ese día, la Cabeza, los Ojos y la Nariz se hicieron inseparables, siendo cada aventura una experiencia en la que aprendían juntos y ayudaban a los demás.
FIN.