La Gran Aventura de la Escuela Oveja



Era un día soleado en el tranquilo pueblo de Ovejería. En la Escuelita Ovejita, un grupo de animales se preparaba para un día lleno de aprendizaje. La maestra Oveja, con su lana suave y blanca, siempre inspiraba a sus alumnos. Pero aquel día, algo inusual estaba por suceder.

-Maestra Oveja, ¿qué vamos a aprender hoy? -preguntó un pequeño corderito llamado Lolo, con sus ojos brillantes de curiosidad.

-Vamos a aprender sobre la importancia de trabajar juntos y ayudar a los demás -respondió la maestra con una sonrisa.

Justo cuando la clase estaba a punto de comenzar, un ruido extraño interrumpió la calma. Fue entonces cuando entró Corredor, el astuto zorro del bosque.

-Hola, amigos. He venido a llevármelos a una aventura -anunció Corredor mientras se acomodaba su gorra de explorador.

-Eso suena divertido, pero primero tenemos que aprender -dijo la maestra Oveja, moviendo su cabeza.

-Pero, ¡puede ser una aventura de aprendizaje! -insistió Corredor con una sonrisa traviesa.

La maestra Oveja dudó, pero los alumnos estaban entusiasmados. La curiosidad ganó. Así que, juntos, salieron al bosque con Corredor.

Mientras caminaban, Corredor los llevó a un claro del bosque donde había un gran árbol lleno de frutas. Los ojos de los alumnos brillaron. -¡Qué árbol tan hermoso! -exclamó Lolo.

-Podemos recoger algunas frutas, pero debemos hacerlo juntos -dijo Corredor, intentando ser positivo. Sin embargo, tras la fachada de aventura, tenía un plan secreto.

Mientras recolectaban las frutas, Corredor comenzó a llenar su mochila a escondidas, poniendo una gran cantidad en ella.

-¡Miren lo que encontré! -gritó una de las pequeñas ovejitas, señalando una ramita.- ¡Es mágico! ¡Tienen que venir a verlo!

-Mañana te lo mostraré -le dijo Corredor a la ovejita mientras, astutamente, seguía llenando su mochila.

De repente, Maestra Oveja se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo. Corredor estaba robando las frutas.

-¡Espera, Corredor! -gritó ella. -¿Qué estás haciendo?

-¡Nada! Estoy ayudando a los alumnos a aprender sobre la recolecta -respondió él, pero su voz sonaba nerviosa.

-¡Pero estás tomando más de lo que nos corresponde! -intervino Lolo, un poco confundido. -No se trata solo de tomar.

Corredor, viendo que había quedado descubierto, trató de cambiar de conversación.

-Pero, ¡mira qué lindo árbol! ¿No deberían disfrutar de la vista?

-¡No vamos a permitir que nos engañes! -gritó la ovejita. -Nos enseñaste que la honestidad es importante.

Los demás animales comenzaron a murmurar, y lentamente se unieron a la discusión.

-¡Sí! ¡La maestra Oveja siempre dice que lo mejor es compartir! -dijo otro corderito.

Corredor, sintiéndose acorralado, finalmente confesó: -Está bien, lo admito. Quería impresionar a todos con esta aventura, pero me dejé llevar.

La maestra Oveja, en lugar de enojarse, se acercó a Corredor con una sonrisa. -Agradezco que lo admitas. ¿Qué tal si en lugar de robar, compartimos las frutas con todos en el pueblo? Eso también sería una gran aventura.

Al escuchar esto, los ojos de Corredor se iluminaron. -¡Sí! Eso suena genial. No quise lastimar a nadie, solo quería que todos se divirtieran.

-¡Hagámoslo juntos! -gritaron todos al unísono.

Así que, juntos, recogieron las frutas y las llevaron al pueblo. Todos se unieron en una gran fiesta en la plaza, y Corredor, en lugar de ser rechazado, fue aplaudido por su valentía al cambiar su error en algo positivo.

Esa noche, al regresar a la escuela, la maestra Oveja se sintió orgullosa de sus alumnos y del zorro. -Hicieron un gran aprendizaje sobre la importancia de la honestidad y el trabajo en equipo -les dijo. -A veces, los errores nos enseñan lecciones valiosas.

-¡Y lo haremos de nuevo, solo que trabajando juntos desde el principio! -exclamó Lolo, con una gran sonrisa.

Y así, la Escuelita Ovejita aprendió no solo sobre la recolecta de frutas, sino también sobre la importancia de la amistad, la honestidad y cómo resolver problemas en equipo.

FIN.

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