La Gran Aventura de la Sabana



En una vasta sabana, buceando entre pastos dorados y árboles altísimos, vivían muchos animales. Pero un día, la sequía llegó sin avisar, y todos los charcos y ríos se secaron. Los animales sabían que tenían que actuar rápido, o se enfrentarían a un gran problema: encontrar agua.

La jirafa, que veía todo desde lo alto, llamó a una reunión.

"¡Compañeros! ¡Debemos encontrar agua! ¡El sol está más caliente que nunca!" dijo la jirafa, estirando su cuello hacia el cielo.

"No puedo dejar de pensar en lo horrible que es esto," dijo el elefante, con su gran trompa moviéndose de un lado a otro. "¿Qué podemos hacer?"

"Yo puedo ayudar!" añadió el pequeño ratón. "Soy rápido y puedo correr a buscar pistas. Mi olfato también es muy agudo."

El león, que estaba escuchando, dijo: "Y yo protegeré al ratón mientras explora, no quiero que se encuentre con peligros."

Los animales asintieron con la cabeza. La mejor estrategia era juntar sus talentos. Así que el ratón salió disparado en busca de agua, mientras el león lo seguía sigilosamente. La jirafa, siguiendo adelante, miraba desde lo alto, y el elefante andaba por el suelo, dispuesto a ayudar.

Después de un rato, el ratón volvió corriendo con grandes noticias.

"¡Encontré unas huellas de pájaros! Ellos deben saber donde hay agua. ¡Vamos a seguirlas!"

Los animales comenzaron a seguir las huellas, pero el camino no era fácil. Se toparon con un torrente de arena y el viento soplaba fuertemente.

"¡No puedo seguir!" se quejó el elefante. "El polvo entra en mis ojos."

"¡Deja que yo te ayude!" dijo la jirafa. "Puedo levantar mi cuello y hacer sombra. Así podremos descansar un rato."

Hicieron una pausa, y el elefante se sintió agradecido.

"¡Qué buena idea! Muchísimas gracias, jirafa," le contestó.

Con un poco de descanso, pudieron continuar y seguir las huellas. Al avanzar, se encontraron con un grupo de aves que cantaba alegremente.

"¡Esas aves! Ellas parecen tener algo que decir," dijo el león.

Al acercarse, una de las aves les dio la bienvenida.

"¿Qué necesitan, amigos?" preguntó el loro.

"Buscamos agua, y nuestras huellas nos trajeron hasta ustedes. ¿Saben dónde podemos encontrarla?" dijo el ratón.

"¡Claro! Hay un pozo antiguo no lejos de aquí, pero el camino está lleno de espinas. Necesitamos que el león nos guíe, porque es muy fuerte y puede despejarlas."

"¡No hay problema!" dijo el león. "No puedo dejar que mis amigos se lastimen." Y comenzó a despejar el camino.

Lograron llegar al pozo, pero al llegar, se dieron cuenta de que estaba seco.

"¡No puede ser! Todo ha sido en vano," susurró la jirafa, triste.

Pero el ratón, siempre optimista, dijo: "Quizá no todo está perdido. Podemos cavar un poco más."

Entonces, todos se pusieron a cavar. Mientras trabajaban, comenzaron a charlar y hacer chistes. Pronto, el elefante, gracias a su fuerza, rompió un trozo de suelo duro.

"¡Agua!" gritó el elefante, señalando un pequeño charco que empezó a formarse. Todos comenzaron a animarse y a cavar más con ganas. Y después de un rato, el agua brotó fresca y clara.

"¡Hurra!" gritaron todos emocionados. Se acercaron al agua y comenzaron a beber.

Esa noche, sentados a la orilla del pozo, los animales aprendieron algo valioso.

"El trabajo en equipo es la clave para superar los problemas," dijo el león.

"Sí, cada uno de nosotros aportó algo especial!" dijo la jirafa.

Con una sonrisa, el ratón agregó: "Sin duda, somos mucho más fuertes juntos."

Y así, en una vasta sabana, los animales celebraron su amistad y lo que significaba trabajar juntos en momentos difíciles. Desde entonces, cada vez que llegue una sequía, hervía el recuerdo de aquel día, donde aprendieron que, unidos, pueden superar cualquier desafío.

FIN.

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