La Gran Aventura de las Estrellas Olvidadas
Había una vez, en un lugar llamado NASA, un grupo de mujeres increíbles que tenían un secreto mágico. Estas mujeres eran como superhéroes del espacio y se llamaban las Estrellas Olvidadas. Ellas eran las encargadas de cuidar y explorar los secretos del universo. En su equipo estaban: Luna, una astrofísica brillante, Ana, una ingeniera mecánica, y Sol, una matemática prodigiosa.
Una noche, mientras observaban las estrellas desde el observatorio, Luna, con ojos brillantes, dijo: - ¡Miren, chicas! Esa estrella fugaz está más cerca de lo que parece. Creo que podemos alcanzarla.
Ana, con su característico entusiasmo, exclamó: - ¡Vamos a hacerlo! Siempre he querido conocer el secreto detrás de una estrella fugaz. ¿Qué pensás, Sol?
Sol, que siempre analizaba todo cuidadosamente, sonrió y respondió: - Si preparamos bien nuestra nave espacial, podríamos tener una gran aventura.
Las tres amigas comenzaron a trabajar en su proyecto. Con herramientas en mano, les dieron vida a su nave, que llamaron "El Cometa Brillante". En cuestión de días, la nave estaba lista para despegar. Entonces, Luna revisó el mapa estelar y encontró un camino directo hacia la estrella fugaz.
- ¡Listas! - gritó Luna emocionada. - ¡Despegamos en 3... 2... 1!
La nave se elevó al cielo, cruzando nubes y galaxias. Cuando llegaron cerca de la estrella, una luz brillante los envolvió. ¡Era tan hermosa! Pero, de repente, la nave comenzó a temblar.
- ¿Qué está pasando? - preguntó Ana, mirando por la ventana.
- Creo que hemos tocado un campo de energía - dijo Sol mientras intentaba estabilizar el control. - ¡Sujétense! Esto será un poco movido.
Finalmente, la nave se estabilizó. Ellas aterrizaron suavemente sobre un pequeño planeta llamado Estelaria. Allí, encontraron criaturas mágicas que parecían estrellas vivientes.
- ¡Hola, visitantes! - dijo una de las criaturas, que brillaba como un diamante. - Somos los Guardianes de la Luz. Hemos estado esperando su llegada.
- ¿Nos estaban esperando? - preguntó Ana, atónita.
- ¡Sí! Hace mil años, una de nosotras sacó a la luz la sabiduría de las Estrellas Olvidadas, y desde entonces, hemos buscado a quienes puedan ayudarnos a mantener el equilibrio del universo.
Luna, con su curiosidad habitual, hizo una pregunta: - ¿Cómo podemos ayudar?
La criatura les explicó que la luz de su mundo se estaba desvaneciendo y necesitaban que las Estrellas Olvidadas devolvieran la energía robada por un antiguo enemigo llamado Sombra.
- ¡Debemos actuar rápido! - dijo Sol. - Nos dirigiremos al monte Brillador y enfrentaremos a Sombra.
Las Estrellas Olvidadas se prepararon y, con valentía, se acercaron al monte. Una sombra oscura se cernía sobre ellos.
- ¡Sombra! ¡Devuélvenos la luz! - gritó Ana.
- ¿Por qué debería hacerlo? La oscuridad es poderosa - replicó Sombra.
Luna, usando su ingenio, propuso: - ¿Y si hacemos un trato? Te doy un poco de nuestra luz, si prometés no robar más.
Sombra se rió, pero en su interior, sentía curiosidad. Las Estrellas Olvidadas encendieron sus manos y le ofrecieron un poco de su luz.
- Eso es... diferente - dijo Sombra, mientras una chispa de luz iluminaba su sombra.
Las Estrellas Olvidadas le mostraron que la luz y la oscuridad pueden coexistir. Finalmente, Sombra aceptó el trato y devolvió la luz a Estelaria.
- Gracias, heroínas. - dijo Sombra, ya sin su maldad. - He aprendido que la unión es más fuerte que la separación.
Con la luz de Estelaria restaurada, las criaturas de la luz celebraron y, como agradecimiento, les regalaron a las Estrellas Olvidadas un cristal mágico con el poder de iluminar cualquier rincón del universo.
Al regresar a la Tierra, las tres amigas sintieron que su amistad se había vuelto más fuerte. Sabían que, juntas, podían enfrentar cualquier desafío y que su misión de explorar y cuidar el universo apenas comenzaba.
Y así, las Estrellas Olvidadas se convirtieron en leyendas, inspirando a millones de niñas a mirar hacia arriba y soñar con las estrellas, recordándoles que la única limitación es aquella que uno se impone a sí mismo.
- ¡Hasta la próxima aventura! - exclamó Luna, mientras miraban el cielo estrellado desde su observatorio.
FIN.