La Gran Aventura de las Letras
Había una vez en un colorido bosque de letras, donde cada árbol estaba hecho de palabras y los ríos fluían con tinta. Allí vivían cuatro amigos: Mía, Momo, Meli y Moko. Cada uno tenía una particularidad única. Mía amaba hacer rimas, Momo hacía bromas, Meli tenía una biblioteca secreta y Moko creaba cuentos fantásticos.
Un día, Mía tuvo una idea brillante. "¿Y si organizamos una carrera de palabras?", sugirió emocionada. Todos acordaron con entusiasmo. "¡Será divertido!" dijo Momo. "¡Podremos inventar nuevas palabras!", exclamó Meli. "¡Y contar historias en cada estación de la carrera!", añadió Moko.
Los amigos decidieron que la carrera se celebraría en el claro del bosque, y todos los habitantes del lugar serían invitados a participar. Mientras se preparaban, sin embargo, algo extraño sucedió: un viento poderoso sacudió los árboles y, de repente, todas las letras comenzaron a dispersarse.
"¡Oh no!" gritó Mía. "¿Qué vamos a hacer sin nuestras letras?". "No podemos cancelar la carrera ahora", protestó Momo. "¡Es nuestra oportunidad para hacer algo creativo!", dijo Meli, siempre optimista.
Entonces, los amigos tuvieron una idea. En lugar de buscar las letras perdidas, irían a recolectar palabras por todo el bosque. Comenzaron su búsqueda. Fueron al lago de las historias donde palabras mágicas flotaban sobre el agua y Moko comenzó a contar un cuento lleno de aventuras: "Había una vez un dragón que quería aprender a leer...". Las palabras comenzaron a aparecer en el aire, brillando como estrellas.
Luego, se dirigieron al pico de la montaña de rimas, donde cada eco formaba un verso. Mía se subió a una roca alta y gritó: "¡La letra M es la que más me gusta!". El eco regresó lleno de letras M, y todos celebraron la victoria con risas.
Mientras recolectaban palabras, también comenzaron a notar que había algunas letras tristes en el suelo. "¿Por qué están así?", preguntó Meli.
"Nos perdimos en el viento y nadie nos quiere", respondieron las letras.
"¡No se preocupen! Vamos a incluirlas en nuestra carrera", dijo Moko. Todos convinieron en que cada letra, sin importar su historia, valía la pena ser parte de la gran carrera.
Finalmente, con las palabras y letras recolectadas, comenzaba la carrera. Todos los amigos colocaron sus palabras en un gran cartel de presentación: "La Gran Aventura de las Letras". Los participantes estaban emocionados, y comenzaron a correr y contar historias al mismo tiempo.
De repente, un gran estruendo hizo que se detuvieran. Un ágil búho voló hasta ellos. "¿Por qué están todos tan quietos?", preguntó. "¡Estamos en plena carrera!", gritaron todos a la vez. Pero el búho sonrió y dijo: "Recuerden que cada letra cuenta una historia, y eso es lo que hace a la aventura interesante".
Así, todos decidieron compartir sus historias mientras seguían corriendo, y el ambiente se llenó de risas, cuentos y palabras mágicas. El día culminó con una gran celebración donde cada participante reconoció la importancia de cada letra y cada cuento, por pequeño que fuera.
Al final, Mía, Momo, Meli y Moko se sintieron felices. Habían logrado algo increíble no solo por la carrera, sino por hacer que todos sintieran que su voz y su creatividad eran valiosas. "¡Definitivamente deberíamos hacer esto más seguido!", dijo Mía con una sonrisa.
"Y nunca olvidemos a las letras que se sentían tristes", agregó Meli. "¡Siempre habrá una historia para cada una!", concluyó Moko.
Y así, en el mágico bosque de letras, todos aprendieron que con un poco de creatividad y amabilidad, juntos podían hacer que las más pequeñas voces fueran escuchadas, convirtiendo cada aventura en una historia inolvidable. Y colorín colorado, esta historia se ha acabado.
FIN.