La Gran Aventura de las Princesas de Chocolate



Era una mañana de invierno en el reino de Popayán, y los copos de nieve caían suavemente sobre los techos de las coloridas casitas. Las princesas del reino, cada una con su particularidad, soñaban con una aventura distinta.

La princesa Sofía, que adoraba el chocolate más que nada en el mundo, propuso un juego especial. "¡Hagamos un trineo de chocolate y corramos por la colina!"- exclamó emocionada. Mientras tanto, la princesa Luna, que siempre soñaba con las estrellas, dijo: "¡Podríamos hacer un concurso de estrellas fugaces y ver quién puede atraparlas con un trineo!"-

Las princesas se miraron, entusiasmadas. Juntas comenzaron a reunir todo lo que necesitarían: grandes barras de chocolate para hacer el trineo, una pala para darle la forma y un poco de azúcar glas para decorarlo.

Durante la construcción del trineo de chocolate, cada una de ellas aportó un poco de magia.

"Yo tengo las chispas de luz de las estrellas, para que brille", dijo Luna.

"Y yo puedo hacer que este trineo huela a la dulce fragancia del chocolate", agregó Sofía.

Con risas y alegría, el trineo comenzó a tomar su forma. Pero cuando llegó el momento de probarlo, algo inesperado sucedió.

El trineo, al ser de chocolate, comenzó a derretirse. "¡Oh no!"- gritó Sofía, mientras veía cómo se deshacía su creación.

"No te preocupes, Sofía. A veces las cosas no salen como uno espera. Tal vez podemos usar esto a nuestro favor"- dijo Luna con una sonrisa.

Las princesas se sentaron a pensar. "¡Ya sé!"- exclamó Sofía. "Podemos hacer un concurso de trineo de chocolate derritiéndose. Cada una puede experimentar y ver cuál es el que tarda más en deshacerse."

Así que, con entusiasmo renovado, decidieron hacer todo tipo de trineos: algunos de chocolate, otros de galletitas y otros de hielo, usando sus ingredientes favoritos.

El día del concurso llegó y, aunque los trineos van derritiéndose a medida que el sol brilla, las risas no paraban. Las princesas comenzaron a divertir a todos los habitantes del reino, quienes habían venido a ver la gran competencia.

De repente, un pequeño grupo de niños en la multitud, enfocados en sus propios juegos de nieve, se acercó con un trineo. "¡Nos gustaría participar!"- dijeron emocionados. Las princesas los miraron sorprendidas.

"Por supuesto, pueden unirse. ¡Cuantos más seamos, mejor!"- respondió Sofía.

Fue un gran evento donde todos los participantes, reían, jugaban y compartían sus ideas. Un grupo de jóvenes, aún más pequeño, trajo una idea sorprendente. "¡Vamos a construir un observatorio de estrellas justo aquí! Así podremos seguir disfrutando de la noche mientras el chocolate se derrite"- propusieron.

Todos se pusieron a trabajar, y mientras los trineos seguían su curso, el cielo se llenó de risas, chocolate y sueños de estrellas. Al final del día, lo que comenzó como un malentendido terminó en una fiesta inolvidable, donde el chocolate fluía, las estrellas brillaban y el espíritu de amistad los unía a todos.

Y así, en el reino de Popayán, las princesas aprendieron que a veces las mejores aventuras surgen de lo inesperado, y que compartir, sí, siempre es lo más dulce de todo.

FIN.

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