La Gran Aventura de las Viviendas



Era una soleada mañana en el colorido pueblito de Alcazul. Los niños jugaban en la plaza mientras el viento soplaba suavemente. En este pueblito vivían seis amigos: Lila, la soñadora que vivía en un piso; Pablo, el aventurero que tenía un chalet; Gaby, la creativa que habitaba una cabaña; Tomi, el científico que residía en un iglú; Ana, la narradora que vivía en una casa de pueblo; y Mateo, el ingenioso que tenía una vivienda típica.

Un día, mientras jugaban al aire libre, Lila lanzó una idea:

- “¡Chicos! ¿Qué pasaría si nos embarcamos en una gran aventura para conocer todas nuestras casas? ”

Los amigos se miraron emocionados:

- “¡Sí, eso suena genial! ” – exclamó Pablo.

Así que comenzaron su travesía. Primero, caminaron hasta el piso de Lila, ubicado en un edificio alto. Desde la ventana pudieron observar todo el pueblo.

- “¡Miren qué hermoso se ve desde aquí! ” – gritó Lila con alegría.

Gaby sonrió y dijo:

- “Me encanta la vista, pero a mí me gusta más el aire fresco.”

Luego, recorrieron el camino hacia el chalet de Pablo. Allí había un hermoso jardín con flores de todos los colores.

- “¡Es un lugar perfecto para hacer picnics! ” – sugirió Pablo.

Ana, muy entusiasta, agregó:

- “Podríamos hacer una fiesta de cuentos aquí.”

Continuaron su viaje hacia la cabaña de Gaby. Era pequeña pero acogedora, rodeada de árboles.

- “¡Esta es mi parte favorita del bosque! ” – exclamó Gaby mientras mostró a sus amigos el lugar donde había hecho su arte.

Mateo, siempre curioso, se preguntó:

- “¿Cómo hiciste para que se vea tan colorido? ”

- “Con hojas, flores y mucho amor.” – respondió Gaby con una sonrisa.

Después, visitaron el iglú de Tomi.

- “¿Sabían que el frío puede ser divertido? ” – dijo mientras invitaba a sus amigos a tocar la pared helada.

- “Es como estar en una nevera gigante,” – comentó Lila, divertida.

Al llegar a la casa de pueblo de Ana, encontraron un lugar lleno de historias. Cada rincón tenía algo que contar.

- “Amo ser narradora, puedo inventar historias de todo lo que he vivido aquí.” – dijo Ana con un brillo en los ojos.

- “¿Y si escribimos un cuento juntos? ” – sugirió Pablo.

- “¡Genial idea! ” – contestó Gaby.

Finalmente, llegaron a la vivienda típica de Mateo. Era un lugar lleno de ingenio y artefactos raros.

- “Miren esto, es un juego que inventé con cosas recicladas.” – dijo orgulloso.

- “¡Es increíble! Podríamos hacer uno para nuestra fiesta de cuentos,” – añadió Lila.

Pero mientras compartían sus ideas, empezó a llover.

- “¿Qué hacemos ahora? ” – preguntó Gaby, preocupada.

- “¡Corramos a la cabaña! ” – gritó Pablo.

Se refugiaron en la cabaña y comenzaron a contarse historias. Cada uno compartió algo especial de su hogar. En ese momento, se dieron cuenta de que aunque vivían en diferentes tipos de vivienda, todos eran únicos y maravillosos.

- “Todos somos diferentes, pero eso es lo que nos hace especiales,” – reflexionó Lila.

- “Lo importante es crear buenos recuerdos juntos,” – añadió Ana.

Al final del día, mientras el sol se ocultaba y la lluvia cesaba, los amigos prometieron hacer juntos una gran fiesta en cada una de sus casas, para celebrar sus diferencias y compartir lo que más les gustaba de cada hogar.

- “¡Que empiece la aventura! ” – gritaron todos al unísono, riendo y corriendo bajo la lluvia casi ya desparecida.

Y así, aprendieron que la verdadera diversidad estaba en sus corazones, y que cada tipo de vivienda contaba una historia especial.

FIN.

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