La Gran Aventura de Lila y Copito



Era una cálida mañana en el bosque, cuando Lila, la mariposa, despertó y estiró sus coloridas alas. El sol brillaba y su estómago comenzó a ronronear. Desde hacía días, había oído hablar de una deliciosa huerta de zanahorias custodiada por un viejo perro llamado Ramón.

Con su vuelo ligero, Lila se posó sobre una hoja y decidió que era el día perfecto para emprender una nueva aventura. Pero no quería ir sola. Así que voló en busca de su mejor amigo, Copito, el conejo.

"¡Copito, Copito!" -gritó Lila emocionada al encontrar a su amigo en su casa, un pequeño agujero en la tierra, rodeado de flores.

"¿Qué pasa, Lila?" -respondió Copito, estirando sus largas orejas.

"¡Hoy vamos a buscar zanahorias! He estado escuchando que hay una huerta maravillosa cerca del arroyo. ¡Vamos!" -exclamó Lila.

"¡Zanahorias!" -brillaron los ojos de Copito. "¡Vamos ya!"

Los dos amigos comenzaron su aventura saltando y volando a través del bosque. Lila contaba historias de cómo las zanahorias eran las más crujientes y jugosas que jamás había probado.

Mientras cruzaban un pequeño puente sobre el arroyo, un rayo de luz reflejándose sobre el agua hizo que Lila se distrajera.

"¡Mirá, Copito! ¡Qué bonito!" -dijo la mariposa, olvidando momentáneamente el propósito de su aventura.

Copito, siempre práctico, tiró suavemente de una de las alas de Lila. "¡Lila! No nos olvidemos de las zanahorias. ¡Vamos!"

"Tenés razón, amigo. Sigamos", respondió Lila, volviendo al camino.

Finalmente, después de varias peripecias y un par de charlas con otros animales del bosque, Lila y Copito llegaron a la huerta de zanahorias. Pero, ¡oh sorpresa! Ramón, el perro guardián, estaba tumbado perezosamente junto a las zanahorias.

"¿Cómo podremos entrar sin que Ramón nos vea?" -preguntó Copito, preocupándose.

"Es un gran perro. Debemos encontrar una manera de distraerlo" -dijo Lila.

Juntos, comenzaron a planear. En un rincón, Lila vio unas flores muy coloridas.

"¡Ya sé!" -exclamó. "Voy a usar mis alas para hacerle compañía y vos te acercás sigilosamente a las zanahorias. ¡Vamos!"

Lila comenzó a revolotear alrededor de Ramón, haciendo movimientos graciosos con sus alas. "¡Hola Ramón! ¡Mirá qué bien vuelo!" -le decía, mientras el perro la miraba, intrigado y movía su cola.

Mientras tanto, Copito se fue acercando a las deliciosas zanahorias.

"¡Una más!" murmuró mientras recogía una zanahoria jugosa y crispada. Pero cuando estaba a punto de regresar, ¡error! Ramón lo vio.

"¿Quién anda ahí?" -rugió el perro, con voz autoritaria.

"¡Yo, Copito!" -contestó el conejo, sintiendo que su corazón latía rápido. "Solo estoy... buscando mi zanahoria."

Entonces, Lila tuvo una idea brillante.

"Ramón, ¿quieres jugar? Te reto a una carrera. Si me atrapas, puedes quedarte con esta zanahoria, pero si no lo lográs, tendrás que dejarnos llevar algunas." -proponía la mariposa.

"¡Una carrera! ¡Me gusta!" -respondió Ramón emocionado.

Y así, comenzaron la carrera, Lila revoloteando y Ramón corriendo, mientras Copito rápidamente llenaba su mochila con zanahorias. Al final, aunque Ramón era rápido, Lila era más rápida todavía, ganando la carrera.

"Está bien, ganaste, Lila. Puedes llevarte las zanahorias. Pero prometanmelo, vuelvan a jugar todas las semanas," dijo Ramón con una sonrisa.

"¡Prometido!" -gritaron juntos Lila y Copito, riendo a carcajadas.

Y así fue como Lila y Copito no solo lograron su objetivo, sino que también hicieron un nuevo amigo. Mientras volvían a casa, compartieron las zanahorias, disfrutando de la emoción de la aventura y de la amistad que los unía. Aprendieron que lo más divertido de buscar zanahorias era compartir momentos inolvidables juntos.

Desde aquel día, Lila y Copito no solo fueron los mejores recolectores de zanahorias del bosque, sino también expertos en encontrar nuevas maneras de jugar y disfrutar de la vida. Y siempre recordaban que la verdadera esencia de una aventura no era solo el destino, sino también la compañía que habían elegido para el viaje.

FIN.

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