En lo profundo de la selva mágica de Yungal, donde el sol siempre brilla entre las copas de los árboles y los ríos murmuran cuentos de antaño, vivía un pequeño grupo de amigos: Tito el tucán, Leo el jaguar, Sara la serpiente y Pili la paloma.
Cada uno de ellos representaba una parte importante del ecosistema, pero no sabían bien cómo todos se relacionaban.
Un día, Tito decidió organizar una reunión.
-"¡Amigos!¡Hoy tenemos que aprender sobre el mundo que nos rodea!" - les dijo con entusiasmo.
"-¡Me encanta la idea!
Pero, ¿cómo lo haremos?" - preguntó Pili, revoloteando alrededor de Tito.
- "Podemos hacer un viaje al Gran Árbol Sabio que vive cerca del río.
Él sabe todo sobre nuestro ecosistema!" - sugirió Leo, mostrando su emoción.
Así, los cuatro amigos partieron hacia el Gran Árbol Sabio.
Al llegar, se maravillaron con su tamaño y belleza.
El árbol les habló con una voz profunda:
- "¡Bienvenidos, jóvenes aventureros!
He estado esperando su llegada.
Aquí aprenderán cómo los seres bióticos y abióticos se entrelazan para dar vida a nuestra selva.
"
Tito preguntó:
- "¿Qué son los seres bióticos y abióticos, oh Gran Árbol?"
- "Los seres bióticos son todos aquellos seres vivos, como ustedes, las plantas, los animales y los microorganismos.
En cambio, los abióticos son elementos no vivos, como el agua, la tierra, el aire y el sol.
Todos y cada uno de nosotros formamos parte de un mismo ciclo, donde todos dependemos de los demás.
"
Sara, intrigada, preguntó:
- "¿Cómo podemos ver esto en nuestra selva?"
- "Buena pregunta, pequeña serpiente.
Observa cómo las aves como Tito, polinizan las flores, mientras que las plantas, a su vez, producen oxígeno que todos respiramos.
El agua del río nutre a los árboles y, sin ellos, no habría sombra para los animales.
¡Todo está conectado!"
Mientras escuchaban, un viento fuerte sopló y una nube oscura cubrió el sol.
- "¡Miren!" - gritó Pili con sorpresa.
-"¿Qué pasará con nuestro ecosistema?"
- "No se preocupen, pequeños amigos.
A veces, una tormenta es necesaria.
Pero debemos estar alerta.
Si no cuidamos nuestro entorno, esos fenómenos pueden dañar nuestra casa.
¡Debemos colaborar y protegerlo!" - explicó el Gran Árbol.
De pronto, un rayo impactó contra un árbol cercano y causó un pequeño incendio.
Todos entraron en pánico.
- "¡Rápido!
Debemos ayudar a apagar el fuego!" - dijo Leo, con su carácter decidido.
- "¡Claro!
Pero, ¿cómo?" - preguntó Tito, volando de un lado a otro con nerviosismo.
- "¡Sara, tú eres la más rápida!
Puedes ir al río y traernos agua para apagar el fuego.
" - ordenó Pili con firmeza.
Sara se deslizó rápidamente hasta el río, llenó su cuerpo de agua y volvió corriendo.
- "¡Aquí está!
¡Ahora!"
Los amigos usaron el agua de Sara, combinada con hojas y ramas, para apagar el fuego.
Trabajaron juntos y, después de mucho esfuerzo, lograron sofocar las llamas.
Al final del día, exhaustos, se sentaron bajo el Gran Árbol Sabio.
- "¡Lo logramos!" - exclamó Tito, felíz.
- "Sí, ¡y aprendimos que juntos somos más fuertes!" - exclamó Sara, sonriendo.
El Gran Árbol sonrió y dijo:
- "Así es, amigos.
Cuando cuidamos nuestro entorno y colaboramos, podemos enfrentar cualquier adversidad.
Recordad siempre la importancia de nuestras conexiones bióticas y abióticas, ya que así es como la vida prospera en nuestra selva.
"
Desde ese día, Tito, Leo, Sara y Pili se volvieron los protectores de la selva de Yungal, enseñando a todos a cuidar su hogar.
Y así, la selva siguió siendo mágica, porque cada ser viviente sabía que era parte de un todo hermoso e interconectado.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.