La Gran Aventura de los Amigos del Bosque
Era una mañana soleada en el bosque de la Alegría, un lugar donde los animales vivían en paz. Entre ellos estaban Tomás, el pequeño conejo, y Carla, la ardilla curiosa. Siempre jugaban juntos y compartían su merienda. Pero un día, algo diferente sucedió.
Tomás quería construir una nueva madriguera, mientras que Carla quería hacer una parada de la merienda en un viejo árbol. Así que empezaron a discutir.
"¡No, Tomás! La parada de merienda sería mucho más divertida!"- dijo Carla, moviendo su cola nerviosa.
"Pero yo necesito un lugar donde refugiarme, Carla. Es más importante!"- respondió Tomás, cruzando los brazos.
La discusión entre los amigos se intensificó, hasta que decidieron separarse y trabajar por su cuenta. Tomás cavó y cavó, pero estaba cansado y sólo había logrado hacer un pequeño agujero. Carla, por su parte, recolectó algunas nueces, pero no encontró un lugar adecuado para almacenarlas y se sentía un poco frustrada.
Mientras tanto, el zorro aclarándole la vista, miraba desde la distancia. Se le ocurrió una idea que podría ayudar a ambos.
"Hola, amigos!"- llamó el zorro. "¿Por qué no colaboran? Tal vez puedan hacer un lugar que combine las dos ideas. ¡Una parada de merienda cerca de la nueva madriguera!"-
Tomás y Carla se miraron confundidos, pero cada uno se dio cuenta de que su idea podría funcionar. Así que se acercaron al zorro.
"No me parece mala idea, pero... ¿cómo lo hacemos?"- preguntó Tomás.
"¡Yo puedo ayudar!"- dijo el zorro emocionado. "Cavemos una pequeña cueva que sirva de refugio y pongamos la parada de merienda justo al lado. ¡Así todos estaremos felices!"-
Los tres se pusieron manos a la obra. Mientras trabajaban, se dieron cuenta de que compartir las tareas hacía el trabajo más ligero y divertido. Carla se ocupó de recolectar ramas para la estructura, mientras que Tomás cavaba con entusiasmo. El zorro coordinaba todo, asegurándose de que ambas ideas se unieran de la mejor manera.
Luego de unas horas, el sol comenzó a bajar en el horizonte, y pronto habían construido una hermosa madriguera con una acogedora zona de merienda. Estaba decorada con hojas y flores que Carla había recogido.
"¡Mirá lo que hicimos!"- exclamó Carla, brillando de alegría.
"Es impresionante, nunca lo habríamos logrado sin la ayuda de todos!"- dijo Tomás.
Los tres amigos se sentaron en la nueva merienda a disfrutar de una torta de nuez que Carla había traído y unas zanahorias frescas de Tomás. Así, entre risas y charlas, se dieron cuenta de lo importante que es trabajar juntos y respetar las ideas de los demás.
Desde ese día, Tomás y Carla se volvieron a hacer amigos. A veces todavía disagmaban, pero aprendieron a escuchar las ideas de cada uno y, lo más importante, a ayudar a los demás en vez de discutir. Y siempre recordaban aquella aventura en la que aprendieron que la unidad hace la fuerza.
Fin.
FIN.