La Gran Aventura de los Amigos del Bosque
Era un día soleado en el bosque encantado, y un grupo de niños y sus amigos animales estaban listos para una gran aventura. Lautaro, una niña curiosa, convocó a sus compañeros: -¡Chicos, hoy vamos a escalar la Montaña Brillante! Dicen que hay un lago mágico en la cima.-
Alejandro, su amigo más travieso, exclamó: -¡Genial! Pero primero tenemos que cruzar el Río Bravío y esquivar algunos obstáculos.-
Bajo la sombra de un gran árbol, se unieron a ellos su perro Canela, que siempre estaba a su lado, y un pequeño gato llamado Miau, que era un experto en saltos. Miau dijo: -No se preocupen, yo puedo saltar por los obstáculos. ¡Ustedes síganme!
Así, la pequeña troupe se puso en marcha. Al llegar al Río Bravío, se encontraron con un gran tronco que colgaba de un lado a otro.
-¡Mirá ese tronco! - dijo Lautaro, señalándolo. -Podemos usarlo para cruzar, pero tenemos que tener cuidado.-
Alejandro, la cabra más joven del grupo, se acercó. -¡Yo puedo ayudar! - dijo con entusiasmo. -Puedo guiar a Miau y a Canela mientras ustedes cruzan.-
Con la ayuda de Alejandro, Lautaro comenzó a cruzar el tronco, pero en un momento casi pierde el equilibrio.
-¡No mires hacia abajo! - gritó Canela desde la orilla, emocionada.
Lautaro inhaló hondo y se concentró. Se sostuvo con firmeza y continuó avanzando hasta llegar finalmente a la otra orilla.
-¡Lo logré! - dijo con una sonrisa.
Después de que todos cruzaron, continuaron su camino hacia la Montaña Brillante. A medida que subían, el camino se volvía más empinado y lleno de obstáculos. Cada vez que encontraban una piedra caída o un arbusto espinoso, Miau se adelantaba: -¡Yo lo esquivo! - y saltaba ágilmente.
La jornada presentaba desafíos, pero también momentos divertidos. De repente, el grupo escuchó un gran estruendo.
-¡Cuidado! - gritó Lautaro. -¡Una roca se desprendió! - Y todos corrieron hacia un lado. A pesar del susto, se dieron cuenta de que la roca había caído al lado opuesto, y comenzaron a reír.
-¡Este lugar está lleno de sorpresas! - dijo Miau mientras observaba hacia la cima. Y así continuaron su camino, más unidos que nunca.
Finalmente, lograron llegar a la cima de la montaña. Allí, encontraron el lago mágico, que brillaba con todos los colores del arcoíris.
-¡Guau! - exclamó Lautaro, maravillada. -Es más hermoso de lo que imaginaba.-
Alejandro tomó un poco de agua con sus manos. -¡Y parece que este agua tiene poderes mágicos! Tal vez nos dé un deseo.-
Todos se miraron emocionados. -¿Qué deseamos? - preguntó Miau.
-¡Que siempre estemos juntos y tengamos más aventuras! - gritó Lautaro con todo su corazón.
Al decir esto, el agua del lago comenzó a brillar aún más intensamente, llenando el lugar de una calidez especial. Ellos sonrieron, sabiendo que la verdadera magia de su aventura no estaba en el lago, sino en su amistad y en los momentos compartidos.
El descenso de la montaña fue tan divertido como la subida, ya que siguieron haciendo saltos y giros, celebrando cada pequeño logro. Cuando llegaron a su hogar, sabían que su amistad había crecido aún más y que la Gran Aventura de los Amigos del Bosque era solo el comienzo de muchas más que vivirían juntos.
FIN.