La Gran Aventura de los Cuatro Amigos



Era un hermoso día en el parque de la ciudad, donde cuatro amigos se reunieron para disfrutar del sol y jugar. Nara, siempre radiante, lideraba la diversión.

"¡Chicos, hoy se siente como un día perfecto para una aventura! ¡Vamos a explorar el bosque que está cerca!" exclamó Nara con una sonrisa que iluminaba todo a su alrededor.

Miriam, con su mirada algo apagada, respondió:

"No sé Nara… el bosque puede ser un lugar extraño, y a veces me da un poco de miedo salir de la zona de confort…"

"Pero podemos hacerlo juntos, Miriam. Tal vez encuentres algo que te haga sonreír", le dijo Nara, haciéndose de un lado para que todos la viesen.

Blas, que estaba parado cerca, dio un paso adelante con timidez y murmuró:

"Yo… también tengo un poco de miedo de hablar, pero estoy de acuerdo con Nara. Una aventura suena genial… tal vez me ayude a ser un poco más valiente”.

"¡Genial, Blas! Dos votaron ¡y yo soy la tercera!", dijo Blandino, que parecía un poco distraído, ya que observaba un pájaro que volaba y se preguntaba dónde podría haber más aventuras.

Finalmente, con Nara liderando el grupo, decidieron adentrarse en el bosque. Mientras caminaban, Nara comenzó a contarles historias de criaturas mágicas que vivían en el bosque.

"Dicen que en este lugar habita un dragón que colecciona estrellas. ¡Imagine que podamos encontrarlo!" comentó Nara, llenando de emoción a los demás.

Miriam dijo con un suspiro:

"Eso suena hermoso, pero… nunca he visto una estrella en persona. ¿Por qué se quedaría un dragón en un lugar tan solitario?"

En ese momento, Blas sintió que tenía que decir algo para animarla:

"Tal vez porque le gusta la paz. Los dragones pueden ser solitarios y disfrutarse a sí mismos… a veces eso no es tan malo, ¿verdad?"

Blandino, que ya comenzaba a sentir que la historia se estaba alargando, interrumpió:

"¿Y si en lugar de buscar dragones, encontramos un lugar donde haya muchas flores y podamos hacer un picnic?"

A medida que continuaron caminando, descubrieron un claro lleno de flores de colores.

"¡Miren!", gritó Nara, saliendo corriendo hacia las flores.

"¡Es hermoso!" dijo Miriam, dejando escapar una leve sonrisa mientras miraba las flores.

Blas comenzó a recoger algunas flores, y al ver a Miriam sonreír, se sintió un poco más seguro:

"¿Te gustaría hacer una corona de flores, Miriam?"

"¡Sí! Eso suena muy lindo, Blas. Gracias" respondió, mientras su tristeza comenzaba a desvanecerse.

Sin embargo, después de un rato, Blandino se impacientó y dijo:

"chicos, estoy un poco aburrido de hacer coronas. ¿No podríamos hacer algo más emocionante?"

Nara pensó un momento y le dijo:

"¡Dale! ¿Qué tal si hacemos una carrera? Quien llegue primero a ese árbol grande ganará una estrella. No literal, ¿eh?"

Los amigos aceptaron y comenzaron a correr.

Miriam, por primera vez, se sintió libre, y un poco de risa escapó de ella.

"¡Mira cómo corre! ¡Es como si volara!" gritó Nara.

Mientras corrían, Blas se dio cuenta de que estaba hablando cada vez con más confianza.

"¡Voy a ganar!" exclamó mientras daba su último empujón.

Al final, Nara llegó primero, pero todos llegaron con sonrisas en sus rostros.

"Eso fue increíble, Nara. Gracias por alentarnos a salir", dijo Blas con una sonrisa brillando.

"¡Yo también! Nunca me imagine que podría sentirme tan feliz aquí" agregó Miriam.

Blandino miró a su alrededor, sintiéndose un poco avergonzado de haber propuesto aburrirse y dijo:

"La verdad es que fue muy divertido. Tal vez hay más sorpresas que descubrir"

Tras esa tarde mágica, Nara se dio cuenta de que su alegría había inspirado a sus amigos a enfrentar sus propios miedos y dejar la tristeza y el aburrimiento atrás.

Así, los cuatro amigos regresaron a casa con la promesa de nuevas aventuras, y una lección:

"No importa cuán diferentes seamos, juntos podemos hacer que cada día sea especial."

FIN.

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