La Gran Aventura de los Cuentos Curativos



En un pequeño pueblo llamado Cuentistán, los niños y las niñas se reunían cada día en el parque a contar historias. Un día, algo extraño comenzó a ocurrir en el pueblo: muchas personas se sentían mal y algunos tuvieron que quedarse en casa. Todo el mundo estaba preocupado, así que los niños decidieron hacer algo al respecto.

- ¡Deberíamos escribir un cuento que cure a todos! - propuso Lila, con su cabello rizado ondeando como un estandarte de valentía.

- ¿Cómo un cuento puede curar? - preguntó Tomás, escéptico mientras se sentaba en el césped.

- ¡Porque los cuentos tienen poderes mágicos! - respondió Sofía, sonriendo. - Podemos hablar sobre la esperanza y la alegría.

Los niños se pusieron a trabajar. Se reunieron en un círculo y cada uno aportó una idea para su historia.

- ¡Propongo que haya un héroe que sienta miedo pero decide ayudar a los demás! - dijo Lucas.

- Y que en su camino, encuentre a un animal que le enseñe a ser valiente - añadió Mati.

Así nació la historia del valiente flamenco llamado Ramón. Ramón vivía en el lago de Cuentistán y aunque era un flamenco muy colorido, tenía un gran miedo a la enfermedad que había llegado al pueblo. Un día, decidió volar hacia el pueblo para ayudar.

- ¡Hola, Cuentistán! - gritó Ramón mientras aterrizaba en el parque. - He venido a ayudar.

Los niños imaginaban cómo Ramón hablaba con los habitantes del pueblo, organizando juegos y cuentos para levantarles el ánimo. Pronto, el pueblo comenzó a sonreír.

- ¡Esto está funcionando! - exclamó Lila.

Pero lo que los niños no sabían era que en el pueblo también estaba la Sra. Mónica, la bibliotecaria, quien se había contagiado de la enfermedad y pasaba sus días en casa sintiéndose triste.

- ¿Y si la Sra. Mónica no se ríe? - se preguntó Sofía preocupada.

Decidieron visitar a la bibliotecaria, llevando su cuento como si fuera un regalo.

- ¡Sra. Mónica! - gritaron al unísono al llegar. - Trajimos un cuento muy especial.

La señora, con una voz débil, les respondió: - ¿De verdad creen que un cuento puede ayudarme?

- ¡Claro que sí! - dijo Tomás entusiasmado. - Leé el cuento de Ramón, es mágico.

Entonces, la Sra. Mónica se sentó en su cama y comenzó a leer. Mientras lo hacía, comenzó a reírse y a sentirse cada vez mejor. Los niños estaban maravillados de ver cómo su cuento estaba funcionando.

Pero de repente, una nube oscura cubrió la luz del sol. Los niños se asustaron, ya que era la enfermedad que regresaba, llevando con ella un aire de tristeza.

- ¿Y ahora qué hacemos? - preguntó Mati nervioso.

- ¡No podemos rendirnos! - dijo Lila. - Si un cuento puede ayudar a una persona, ¡imaginen lo que puede hacer por muchos!

Así que decidieron realizar un show de cuentos en el parque, invitando a todos los habitantes del pueblo a participar. Había música, risa y, por supuesto, muchos cuentos.

- ¡Vengan todos a escuchar la historia de Ramón, el flamenco valiente! - anunció Sofía.

Cada niño tomó un turno, contando historias de valentía, amistad y esperanza, y todos comenzaron a reír nuevamente. Poco a poco, la nube oscura se fue disipando.

Cuando terminó el espectáculo, la Sra. Mónica sonrió mientras decía: - Este es el mejor remedio que he tenido.

Los habitantes del pueblo comprendieron que, aunque la enfermedad seguía presente, la alegría y la unidad eran más fuertes. Todos se unieron, pensando en cómo podían ayudar a los que aún estaban enfermos y creando nuevos cuentos juntos.

La magia de los cuentos había sanado los corazones de muchos, alimentando la esperanza en cada uno de ellos. Y al final, cada historia que se contaba no sólo traía risas, sino que también les enseñaba a cuidarse y a cuidarse entre todos.

Así, Cuentistán aprendió que en los momentos difíciles, la unión y la alegría son los mejores remedios.

FIN.

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