La Gran Aventura de los Curiosos



Érase una vez, en un pequeño pueblo llamado Miraflor, un grupo de amigos muy curiosos: Lila, una niña con una imaginación desbordante; Tomi, un niño que siempre hacía preguntas; y Susi, una gata que parecía entender todo lo que decían. Juntos, pasaban las tardes explorando los rincones del pueblo y descubriendo cosas nuevas.

Un día, mientras jugaban en el jardín de Lila, Tomi sacó una vieja brújula de su mochila.

"¡Miren esto!" - dijo emocionado "¿Qué pasará si seguimos la aguja?"

"¡Vamos a averiguarlo!" - respondió Lila, saltando de alegría.

Con Susi siguiéndolos de cerca, los tres amigos comenzaron a caminar en la dirección que la brújula les indicaba. Al principio, pasaron por el mercado de Miraflor, donde las frutas brillaban con colores vivos y los vendedores les ofrecían probar todo.

"¡Qué rico!" - gritó Lila mientras mordía una manzana.

"¿Sabían que la cáscara de la manzana tiene muchas vitaminas?" - agregó Tomi, recordando lo que su mamá le había enseñado.

"¡Yo quiero saber más sobre las manzanas!" - maulló Susi, mirando a su amiga.

Continuaron su camino, y la brújula los llevó hacia el bosque. De repente, escucharon un fuerte ruido.

"¿Qué fue eso?" - preguntó Tomi, asustado.

"No lo sé, pero tenemos que descubrirlo. ¡Vamos!" - dijo Lila, con su valentía a flor de piel.

Se acercaron y descubrieron a un grupo de pájaros intentando construir un nido en una rama muy alta, pero se les caían las ramitas una y otra vez.

"Pobrecitos, parece que necesitan ayuda" - comentó Susi, sintiéndose solidaria.

"Podemos buscar algo que les sirva para construirlo" - propuso Lila.

"Sí, y así aprenderemos sobre cómo construyen sus nidos" - añadió Tomi, cada vez más interesado.

Los amigos comenzaron a recolectar ramitas y hojas secas. Al final, juntos lograron ayudar a los pájaros a construir su nido. Los pájaros, agradecidos, les cantaron una hermosa melodía.

"¡No sabía que los pájaros cantaban así!" - exclamó Tomi.

"Ya ves, siempre hay algo nuevo por aprender si somos curiosos" - comentó Lila con una sonrisa.

"Y yo creía que solo eran gatos los que maullaban" - rió Susi.

Cuando ya estaban a punto de continuar, la brújula, que antes había apuntado hacia adelante, empezó a girar locamente.

"¿A dónde nos lleva ahora?" - se preguntó Tomi, mirando desconcertado.

"Quizás haya algo más que aprender" - sugirió Lila.

"Sí, como un misterio que resolver" - dijo Susi, emocionada por la intriga.

Siguieron la dirección que marcaba la brújula hasta que encontraron un viejo árbol con una puerta pequeña.

"¡¿Qué es eso? !" - gritó Lila, asombrada.

"No lo sé, pero ¡hay que abrirla!" - dijo Tomi, lleno de valor.

"¿No será peligroso?" - preguntó Susi, un poco temerosa.

"Si no lo intentamos, nunca lo sabremos" - respondió Lila.

Con un pequeño empujón, la puerta se abrió y los tres amigos se adentraron en un mundo lleno de colores y criaturas mágicas. Allí conocieron a un sabio sapo que les habló sobre la importancia de la curiosidad.

"La curiosidad los llevará a aventuras increíbles y a aprender más de lo que imaginen" - dijo el sapo mientras giraba sobre su lengua.

"¿Pero cómo hacemos para ser siempre curiosos?" - preguntó Tomi.

"Nunca dejen de hacer preguntas y siempre busquen respuestas. Cada respuesta trae consigo un nuevo mundo por descubrir" - les respondió el sapo.

Decididos a seguir la recomendación del sapo, salieron del mundo mágico y regresaron a Miraflor. Desde ese día, los amigos continuaron explorando, preguntando y aprendiendo cosas nuevas juntos.

Así fue como Lila, Tomi y Susi descubrieron que la curiosidad es el primer paso hacia una gran aventura. Y cada vez que se sentían perdidos, solo necesitaban recordar al sapo y su valiosa lección.

Y así, el pequeño pueblo de Miraflor nunca dejó de ser un lugar lleno de descubrimientos, donde la curiosidad siempre reinaba.

FIN.

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